lunes, 26 de junio de 2017

Qué te estás contando



    Acompañamiento para Gestión del Cambio 




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¿Qué te estás contando?

Puede que cosas que no te gusten nada. Es muy normal, no te preocupes.

La mente está ahí enviándote pensamientos limitantes, dale que te dale...

La mente no juega a tu favor, no. Su función no es tu bienestar sino tu supervivencia. 

Para tu mente todo son amenazas.

Y tú eres más que tu mente y tus pensamientos.
 
Está bien que la mente haga su trabajo. Y está bien que le hagas caso cuando se trate de sobrevivir. 

Y aquí hay una paradoja: Como hablamos en términos de supervivencia primitivos, es una contradicción que la mente nos boicotee cuando queremos hacer algo que precisamente es lo que nos va a permitir sobrevivir, en esta jungla material, en la que el dinero es vital.

Quieres emprender y está ahí la mente diciéndote lo difícil que es, que no es posible, que no lo lograrás.

Vas a ir a una entrevista y ahí está de nuevo metiéndote miedo.

Y así con todo.

No te envía pensamientos de poder, de alta energía como "tú puedes", ”es fácil", "es tuyo", "eres bueno o buena"

No. Hace lo contrario. 

Cualquier cambio lo percibe como amenaza y de acuerdo a esa percepción te habla.

¡No le hagas caso! 

Al menos piensa en esto cuando tomes conciencia de esos pensamientos. 

No sirven. 

Van en tu contra.

Tu mente trata de protegerte ante "amenazas" que no sólo no comprometen tu supervivencia, sino que son OPORTUNIDADES claras para garantizarla.

La fuerza mental no es otra cosa que poder dominar tu mente, tomando conciencia de que esos pensamientos protectores, no sólo no te protegen, sino que te perjudican.

Esos pensamientos, que tu mente genera, son lo que te estás diciendo si no eres consciente de lo que significan.

Que para tu mente los cambios son amenazas.

Hay que trabajar mucho en la observación y análisis de los pensamientos y en estar muy presente y consciente para que no escapen a esa criba. 

Todo lo que te frene hay que revisarlo. Todo.

Y lo que te dices negativo te frena.

¿Miedo de qué? 

Son cuentos que te cuentas. Historias de miedo.
 
Todos las tenemos y todos nos asustamos.

Esto es como encender la luz para que se vaya la oscuridad que nos da miedo por la noche. No hay peligro ninguno pero tu mente te dice que sí y te cuenta cuentos de terror.

Si trabajas esto cada día, te darás cuenta de que vas viendo venir a tu mente y frenarás antes de que las emociones afloren. 

Y no llegarán a producirse las sensaciones de malestar asociadas.

Este poder es increíble, pero créeme, posible adquirirlo. 

Con trabajo diario de análisis, autoanálisis.

Al principio desde las sensaciones negativas, tomando conciencia de que están ahí y qué emociones las provocan.

Trabajando esas emociones. El porqué se producen y cuando esto está bien trabajado, anticipando.

Podrás anticiparte a la emoción. Sabrás cuál es y qué la provoca. 

Y cambiarás el pensamiento.
 
Tu mente aprenderá a distinguir entre lo que es peligroso para tu vida y lo que no.

Y te atreverás a hacer las cosas sin miedo, porque sabrás que son buenas y beneficiosas para ti.

¿Cuántas veces te has sentido muy bien tras hacer algo que no estabas dispuesto o dispuesta a hacer por miedo?

Vencido el miedo, o haciendo pese al miedo, te das cuenta que eres capaz, que no te ha pasado nada y que te sientes muy bien.

Esa sensación de bienestar y satisfacción te la niegas al no hacer.

Dice un dicho que " Visión sin ejecución es alucinación"

Pues no alucines y ponte a ello. A todo lo que puedas.

No te cuentes historias.

Construye la que tú quieres que sea. Conscientemente.
 
El cuento cambiará mucho, ya lo verás.

Jorge Arizcun
Junio 2017





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jueves, 22 de junio de 2017

Desactiva el programa



    Acompañamiento para Gestión del Cambio 





Si te ha pasado en tu vida que el mundo que creías estable y seguro se te ha caído roto en mil pedazos, no trates de reconstruirlo.

Porque cuando en la vida algo se rompe o cambia radicalmente, normalmente reconstruir no es el camino. 

Solo puedes seguir con el cambio y construir algo nuevo. Nada de lo anterior ya será igual.

Comienzas a construir desde donde estés, con lo que tienes o te queda, que algunas veces es bien poco. 

Y tras el derrumbe, normalmente con pocas fuerzas e ideas.

No sabes bien realmente qué es lo que quieres construir ni por dónde empezar.

Así que comienzas por retirar los escombros y poco a poco vas gestionando el cambio y remontando. Con mucho esfuerzo.

Pasado un tiempo, pueden volver, recurrentes, sensaciones y emociones similares a las de aquellos momentos vividos. Esto es muy normal.

¿Qué está ocurriendo? 

Fuera nada...

Dentro se ha activado un programa. El que se instaló en tu mente sin que te dieras cuenta.

¿Y que ha hecho que ese programa se ejecute?

Pues una serie de circunstancias que coinciden con las que se dieron cuando ocurrieron aquellos acontecimientos.

La activación de ese programa se produce al nivel del subconsciente, provocando sensaciones físicas, que no asocias a nada más que a un malestar difuso, más o menos intenso. 

Baja energía que te lleva a un estado de abatimiento y tristeza. A una astenia provocada por la mente subconsciente.

Muchas veces lo vives sin plantearte nada, como un estado achacable a factores externos, que son los que hacen que el programa se ejecute en segundo plano, al abrirse inconscientemente ficheros guardados.

En esos ficheros están las respuestas en forma de emociones y sensaciones. Y también lo que en su momento las originó.

Al nivel consciente no lo procesas

Tienes ese estado y esas emociones como el miedo o la tristeza y tu cuerpo las somatiza con esas respuestas físicas de malestar, agotamiento, falta de energía, tristeza...

Son las mismas emociones y las mismas respuestas sensitivas que quedaron grabadas en el subconsciente y que ante uno o más estímulos el programa dispara.

Nada está ocurriendo ahora que justifique nuestro estado. Es una grabación la que lo produce todo. 

No hay desastres ni vivencias en el plano consciente. Sólo respuestas a lo que sí se repite en el inconsciente.

Si te paras a pensar y profundizas con el razonamiento y con la meditación, puedes acceder al código del programa y averiguar qué y por qué se activa.

Uno de los estímulos externos puede ser la época del año. Esto es habitual, aunque pueden ser otros (personas, lugares, acontecimientos...)

Si ocurrió algo que nos marcó en verano y hacía mucho calor, nuestra mente ante ése estímulo, asocia y ejecuta el programa de respuesta automática. 

Y nos sentimos como nos sentíamos en el momento en el que la vivencia se produjo. 

Sólo que ahora no hay vivencia y la causa permanece oculta en el subconsciente. En el exterior sólo es verano y hace calor.

Volvemos a sentirnos igual. Es recurrente y se repite cada vez que se dan las circunstancias externas.

Pero se puede desactivar. Se puede desprogramar o reprogramar.
  
Lo primero en cualquier caso es tomar conciencia de que es un programa ejecutándose en nuestra mente

Requiere prestar mucha atención y observación para identificarlo. 
Qué te pasa. Por qué te pasa. Qué condiciones se están dando ahora que puedan tener que ver. 

En ocasiones la conexión mental se produce sin apenas intervención consciente tuya. Y se te revela con claridad qué programa se está ejecutando y porqué.

En cualquier caso, sea porque lo has investigado por tus medios o con ayuda, o bien porque se haya producido esa revelación y se haya producido esa conexión consciente - subconsciente, lo cierto es que al identificar el programa y lo que hace que se dispare, puedes intervenir.

En este punto ya afloran los recuerdos al nivel consciente. Vuelven recurrentes los sonidos, las imágenes y las sensaciones vividas.

Y sabes lo que te pasa y por qué te sientes así. 

Toca trabajarlo. Sabes que no ocurre nada ahora. Sabes que el estímulo externo de hoy ha activado la respuesta automática, pero que no hay razón ahora para la misma. 

No está pasando nada. Todo está en calma. Lo que provocó en su momento tus emociones y respuestas fisiológicas, ahora no está ocurriendo. 

Pero tu cerebro no lo sabe. Debes hacérselo saber. 

Hay técnicas para ello. 

Tu mundo se rompió en mil pedazos y desde entonces no es ya igual. Ni parecido. 

Es otro que tú has construido nuevo. 

Y en esta nueva realidad el pasado no existe más que en el recuerdo.

Si saliera en pantalla este mensaje emergente:
"¿Desea detener la ejecución de este programa?

Sin dudarlo, . Porque no es funcional. No nos sirve.

O este otro:
"¿Desea desinstalar este programa?
De nuevo

Liberarás espacio y mejorará tu rendimiento. Recuperarás energía y podrás vivir el presente sin interferencias del pasado.

Porque ahora no pasa nada que justifique tu estado. 

Ya sabes qué te ocurre. Eres consciente. Sigue con tu vida. Tu nueva vida. Sin miedo.




Jorge Arizcun
Junio 2017






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sábado, 17 de junio de 2017

Graduación



    Acompañamiento para Gestión del Cambio 


   



Se acaba el curso escolar. Muchos estudiantes terminan ciclos educativos y se gradúan.

Ayer lo hizo mi hija ¿pequeña? que terminó la primaria.
 
La graduación, además del significado que supone completar un ciclo, conlleva muchas emociones.
 
Son muchas las vivencias acumuladas, muchas competencias adquiridas. 

Años en los que todo han sido cambios, físicos, mentales, del entorno.

Ayer, durante la ceremonia de graduación, me trasladaba por momentos con la mente al comienzo de esta etapa, 9 años antes. 

Todo ha cambiado. 

Los niños, con 9 años más, que dejaron de serlo y ahora son ya casi adolescentes (en muchos casos sin el casi) con una transformación física tremenda, que toma su verdadera dimensión cuando, como ayer, comparas con cómo eran cuando comenzaron la primaria.

Los padres. Por los que el tiempo va dejando huella de su paso. 

Las vidas de todos cambiadas. 

Los profes. Muchos ya no están y los que siguen, son diferentes.

El centro. También cambiado respecto a lo que era.

El entorno. El barrio, el país, el mundo.

Sólo (¿?) son 9 años y nada es igual.

Es la vida.
 
Tomar conciencia del paso del tiempo puede asustar. Puede dar vértigo indudablemente.

Pero puede ser también una oportunidad para revisar si ese tiempo ha sido vivido y qué ha significado ese cambio.

Celebramos la graduación de nuestro hijos. 

Y esa celebración nos incluye. También celebramos nuestro aprendizaje. Y nos graduamos con ellos, tras estos años de cambio.

¿Con qué calificaciones?, ¿con qué asignaturas aprobadas? 

Aprobadas todas. Pasamos de curso.
 
Cada uno sabrá sus calificaciones y su evaluación.

Ayer echaba de menos a algunas personas, como mis padres (lo que hubiese disfrutado y llorado mi madre)

Estos nueve años se han llevado personas, circunstancias, trabajos, cosas materiales...

Hemos hecho mucho esfuerzo para dejar ir todo eso que terminó y salió de nuestras siempre cambiantes vidas, haciendo sitio a todo lo nuevo que también ha llegado.

La canción de despedida del ciclo, en la ceremonia de graduación, nos incluye a todos y habla de todos.

Girando la cabeza en el salón donde tuvo lugar el acto, vi a todo el mundo con su birrete y su orla.

A todos. Niños, padres, profesores.
 
Todos nos graduamos ayer.

Feliz nueva etapa de cambio (aunque en realidad el cambio es continuo y somos nosotros los que lo parcelamos en etapas)
 
Se inicia un nuevo periodo escolar de 6 años hasta la universidad... Parece mucho. 

Depende de qué ocurra y sobre todo de cuánto de lo que ocurra lo vivamos conscientemente. 

Celebramos la vida. El cambio. Podemos hacerlo porque estamos aquí, viviendo. 

Y se acabará. Otros se graduarán. En sus cursos y en la vida.

¿Cómo serán las cosas dentro de 6 años?

Quién lo sabe...

No esperemos hasta entonces. 

Cada día nos graduamos de ese día vivido. 

De nosotros depende qué hayamos aprendido y cuales sean nuestras calificaciones.

Todas las asignaturas son necesarias.

Tengamos preparado el birrete para la celebración de nuestro graduación diaria. 

Celebremos el cambio. 

Jorge Arizcun
Junio 2017






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jueves, 15 de junio de 2017

Empieza, aunque falten cosas


    Acompañamiento para Gestión del Cambio    






Hoy voy a hablar sobre acción. 

Imagina que vas a hacer un puzzle. 

Lo tienes ahí, has abierto la bolsa de las piezas y las has volcado en la caja.

Y estás delante del tablero vacío y la caja llena de piezas esperando ser colocadas.

¿Qué haces?, ¿te pones a comprobar que estén todas las piezas?, ¿las cuentas?

¿O más bien te pones manos a la obra a construirlo?

Las piezas hay que irlas buscando, una a una y comenzar.

Cuando inicias algo puedes hacer dos cosas, no ponerte en marcha hasta tener todo lo que necesitas, o crees que necesitas. 

Esto puede alargarse mucho, porque siempre va a faltar algo. O no vas a saber de antemano la pieza que te va a encajar del puzzle.

O bien, empezar.

No digo que tengas que ir a lo loco, ni a ciegas, sin saber ni lo que quieres hacer.

En el caso del puzzle, tienes claro que quieres hacerlo, completarlo. Pieza a pieza. 

Se trata de arrancar. Empezar, ponerse en marcha aunque falten cosas, o no sepamos lo que falta.

Esperar a que las circunstancias cambien, a que llegue o cambie algo, esperar como quien espera el autobús, sentadito, sin hacer nada, sin saber siquiera el destino al que quieres ir, o sin ni siquiera ir a la parada...es la mejor manera de vivir en la pasividad. 

Tienes que tener un objetivo, el que sea, tomar un autobús, construir un puzzle, perder peso, ser feliz, salir de una situación que no te gusta, estudiar algo, lograr algo con un deporte, cambiar de trabajo, formar una familia, etc. 

Y ponerte en marcha. En acción.

Empezar a seleccionar piezas y probar si encajan, con paciencia, con tesón, con confianza. 

Si quieres empezar algo, tienes que empezarlo, por la primera pieza. 

Si es posible, tener una estrategia, por ejemplo buscar las esquinas del puzzle y las piezas que conforman el perímetro, que tienen un lado plano...

Un objetivo, una forma de comenzar. Y ponerse en marcha. 

Ese es el secreto. Lo demás va apareciendo.

Si tienes miedo de no lograrlo, no empezarás. Y es del todo imposible recorrer un camino si no te pones en marcha. Imposible.

Puedes escuchar a tu mente diciéndote que no lo conseguirás, que son muchas piezas, que el camino va a ser difícil, que no sabes qué te vas a encontrar. Puedes hacer caso a esa voz boicoteadora.

Y te quedarás ahí. Y las piezas no van a empezar a colocarse solas, ni el autobús va a ir a recogerte a tu casa, ni el camino va a ponerse a deslizarse bajo tus pies para que avances.

Hay un nivel de confianza que es necesario tener. Confianza en que encontrarás lo necesario, y en que avanzarás. 

Unas veces más rápido, otras más lentamente. 

Incluso puede que te atasques y tengas que encontrar una solución para seguir avanzando. O pedir apoyo, ayuda.

No esperes a tenerlo todo seguro y claro. Si te dieran un puzzle con las piezas numeradas, que no presentase ninguna dificultad, ¿qué sentido tendría?

Si supieses todo previamente con certeza, si no existiese el reto, ¿qué aprenderías? Nada. Te limitarías a hacer, sin aliciente, mecánicamente. 

Empieza, aunque falten cosas, aunque no sepas del todo. Aprende sobre la marcha, equivócate. Persiste. 

Será muy gratificante el logro, cuando lo consigas, pero también lo será el camino y el aprendizaje. 

Eso es crecer, Eso es vivir. Empieza ya.

Jorge Arizcun - Coaching Activo
Diciembre 2021






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