lunes, 13 de marzo de 2017

¿Entramos al cine? Ponte las gafas...

                     

Trick or Treat      Crecimiento Personal






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Nada está mal. Ni bien.
 
Estos días estoy de subidón... 

Pero todo está igual. Igual. En el exterior.

Aparte de algún cambio en el clima, porque se acerca la primavera y en la luz, las cosas están ahí fuera más o menos igual.

¿Y el subidón? Es por lo que ocurre dentro, en mi interior.

Ahí sí que están sucediendo cosas.

Y es que desde hace ya algún tiempo, ese trabajo que estoy haciendo allí dentro comienza a notarse y mucho.

Ese Interior, que uno dice, "lo tengo ahí mismo, cerca" porque imagina que está dentro de su cuerpo y muy a mano, no lo está tanto. Ni mucho menos.

En el camino hacia el interior, que no es un camino físico, las distancias pueden ser enormes.

Y las barreras muy difíciles de sortear.

Y como todo es relativo, la percepción de lejanía o cercanía es muy variable. 

Ese viaje interior puede parecernos largo y difícil, o corto y fácil. O las dos cosas.

En realidad es un viaje que uno no se plantea de forma natural. Los caminos, según nos dicen nuestros sentidos y la razón, están fuera. 

Dónde los sentidos pueden experimentar y la razón interpretar.

Pero el camino hacia el interior, hacia el alma, hacia el Yo conectado con el Todo, es la ruta más trascendental y necesaria que uno puede hacer a lo largo de su vida. 

Es la ruta personal, la del verdadero aprendizaje, la del despertar.

Porque lo que ocurre en ese viaje, trasciende todo lo demás. 

Cuando uno encuentra en su interior lo que es esencial, lo verdaderamente importante, descubre que lo del exterior, lo de afuera, no lo es tanto. 

Porque es fugaz, es cambio, es ajeno.

El trabajo, el dinero, las relaciones sociales, los problemas, los conflictos humanos, lo material, no somos nosotros. Son eso, cosas. 

No son importantes en sí mismas. No nos definen y no tienen que ver con quién somos realmente. 

Son como un atuendo con el que vestir a nuestro personaje para el exterior. 

No digo que esas cosas no sean importantes, no. Son necesarias. Pero no están en nuestro control. Porque son cambiantes y muchas veces, o todas, aleatorias.  

Son percepciones, que cambian si nosotros cambiamos.

Lo que descubrimos al adentrarnos en el camino de nuestro interior, es que lo de fuera depende de lo de dentro.

Cuando uno encuentra esa parte esencial y descubre que es independiente de 
todo lo que pueda acontecer en el mundo exterior, independiente de las aventuras, dichas y desventuras del personaje que transita por el mundo, por la Tierra, entonces despierta. 

Y ese estado de conciencia trascendental, ese encuentro con el Yo, en el lugar en el que puede encontrarse verdaderamente la Paz, nos hace ser conscientes de que todo lo que ocurre fuera, en el "teatro" de la vida, es absolutamente subjetivo. 

Cambia aunque no cambie. 

Porque lo verdaderamente cambiante es nuestra apreciación. 

En un estado de paz interior consciente, vemos ese teatro que es la vida, vemos nuestro personaje, pequeñito, ahí en su mundo, sufriendo o gozando, reaccionando, tratando de encajar, improvisando, buscando su sitio, el reconocimiento, buscando la posición social. 

Preocupado, tenso, vulnerable.

Y somos capaces de tan solo decir, "está bien", "sea como sea está bien" son experiencias de nuestro ser físico, aprendizajes.

Nos damos cuenta que todo eso va a pasar y va a desaparecer. 

Todo.

Entonces podemos estar muy tranquilos, porque sabemos que lo que no va a desaparecer es nuestro Yo, (que no es el personaje) 

Ese Yo conectado y parte del Universo. 

Es más complejo que lo que las palabras pueden describir. 

Se descubre esa grandeza del Ser, esa relatividad que deja los problemas y las vivencias terrenales como cosas intrascendentes, percepciones relativas. 

Por eso se encuentra Paz. 

Y empiezan a desaparecer los miedos. Cambia el punto de vista. Cambia lo que vemos, la "realidad"

Es como si entrásemos al cine a ver películas en 3D, una y otra vez... Sin gafas.

Si no sabemos que son en 3D, lo que vemos siempre pensamos que es así.

Cuando caminamos hacia nuestro interior es como si fuésemos poco a poco poniéndonos las gafas, o más bien como si cada nueva ocasión en la que entramos a ver la película nos dieran unas gafas con cada vez más superficie de visión 3D. 

Aumentando esa visión muy poco a poco.

Al principio no notamos apenas diferencia, pero vamos notando que algo cambia.

Hasta que un día, si seguimos yendo al cine y no nos hemos cansado de ver tan mal y a medias, de repente vemos en 3D.

Nada que ver con antes. Nada. 

Es otra cosa. 



Este símil me gusta. Gafas 3D.

Ni idea de que se me iba a ocurrír esto...

Pero es gráfico. 

Y la peli, es increíble. La realidad. Lo que es. No lo de fuera, sin gafas de 3D. Porque sin ellas lo de fuera es una distorsión. 

¿Qué me pasa estos días? 

Que estoy mirando hacia dentro. 

Que aunque aún no veo del todo bien, sé que voy a acabar haciéndolo y sé que voy a alucinar.

Mira, el ejemplo del cine también nos sirve. Es un camino hacia el interior. 

Y la pregunta es ¿qué es lo real? ¿el exterior fuera del cine? ¿o la película en 3D?

Ahí lo dejo.

Si te animas, disfruta del viaje y ve poniéndote las gafas, que poco a poco irás enfocando, hasta ver claro. 

Verás que lo de fuera ya no es como pensabas. Ni lo de dentro. 

Eso es seguro.

Jorge Arizcun