Acompañamiento para Gestión del Cambio
Qué fácil es dar.
Para muchas personas muy generosas, recibir les cuesta.
Y no digamos ya pedir
Déjate.
Qué fácil es dar.
Sobre todo si eres una persona generosa y con espíritu de servicio.
Darse a los demás, desinteresadamente es algo que te puede dar mucha satisfacción.
Ayudar a otros, estar ahí siempre, ofrecer lo que tienes y compartir es un acto de amor.
Amar al prójimo es loable, es una manera de vivir.
Sí das sin esperar nada a cambio te sientes bien y contribuyes al bienestar de esas personas que reciben de ti.
Hasta aquí es perfecto.
Pero ¿sabes recibir? ¿Te dejas querer y mimar? ¿Te dejas ayudar?
Porque si eres de dar con generosidad ilimitada, aunque no quieras creas una cierta obligación de correspondencia.
Aquellos a los que ayudas, a los que cuidas y a los que das, quieren corresponder esa generosidad, ese amor y ese cuidado.
Para muchas personas muy generosas, recibir les cuesta.
Y no digamos ya pedir
¿Te pasa que si alguien te pide algo te desvives por dárselo? Un favor, algo material, tiempo... Lo que sea.
Si está en tu mano lo das sin pensártelo y sin cuestionar para nada a quien te lo pide.
Pues para saber dar hay que saber pedir.
Para saber ayudar hay que dejarse ayudar también.
No es una energía que fluye sólo en un sentido.
Porque genera un desequilibrio.
Lo suyo es que si eres generoso también aceptes la generosidad.
Cuando te sientas mal porque alguien te ayuda y comparte lo que tiene contigo, te ofrece su cariño, su casa, sus cosas, su tiempo..., piensa en lo que harías tú.
¿No harías lo mismo por las personas que quieres? ¿Y por desconocidos que quieres simplemente porque son congéneres?
Si eres alguien generoso lo harías, claro que sí.
Pues piensa que hay más gente como tú.
Piensa que esa persona con la que derrochaste generosidad está deseando corresponderte y que no vacilará en ayudarte si lo necesitas y te dejas.
Déjate.
Deja que esa energía de amor por el prójimo fluya en ambas direcciones, no sólo de ti hacia los demás.
Tú te sientes bien ayudando y actuando con generosidad.
Permite que otros se sientan bien haciéndolo contigo.
Especialmente aquellas personas que más te quieren y que igual ya han disfrutado de tu generosidad, de tu apoyo y ayuda cuando te necesitaron.
Acepta que tú también necesitas de los demás y deja que esa balanza de generosidad y amor se equilibre.
Te vas a sentir muy bien y vas a agradecerlo enormemente.
Saber que puedes contar con los demás es muy tranquilizador.
No te cierres al hecho de compartir. Es lo justo.
Jorge Arizcun
Agosto 2017
Sígueme en facebook: https://www.facebook.com/totconsultingsolutions/?ref=bookmarks
Sígueme en twitter: @jarizcun
Sígueme en Linkedin: https://www.linkedin.com/in/jorge-arizcun-ceñal/