sábado, 10 de febrero de 2018

Cuidar de ti



    Acompañamiento para Gestión del Cambio 






Cuando hablamos de autocuidado, podemos pensar en estar arreglados, o en lucir bien. También en una alimentación saludable, hacer ejercicio, descansar, mimarnos...

Hay otro cuidado que olvidamos frecuentemente y que no tiene que ver con nuestra dimensión física. Es el cuidado del interior de nuestro Ser, el cuidado de lo que denominamos Alma.

Si eres capaz de reconocer que eres más que lo que físicamente ves o ven los demás, que eres más que un organismo vivo con todos sus sistemas biológicos y su complejidad, si eres capaz de reconocer que eres un ser espiritual que transita por la Tierra en un cuerpo físico, entonces estarás conmigo en que no se trata de cuidar sólo ese cuerpo físico.

Del cuidado que hablo es de lo que no es el cuerpo. Cuidarnos en nuestra esencia.

Muchas personas consideran que esto son patrañas, que no hay nada más que lo físico y que cuando lo físico se agota y se para, se acabó.

Es respetable y seguramente podrán argumentar buenas razones para pensar eso. 

Otras personas relacionarán de inmediato esa parte espiritual o trascendental con la religión. Si son creyentes, de la confesión que sea, les será fácil. Esa dimensión espiritual la relacionarán directamente con Dios, con el Espíritu Santo, con Jesús de Nazaret, con Alá, con Buda, o cualquier otra representación de la Divinidad.

Si no son creyentes, si son personas agnósticas o ateas, podrán relacionar esa dimensión trascendental con el Universo, con la Naturaleza.

De acuerdo a esto, cuidar de la naturaleza es cuidarnos a nosotros directamente.

Se trata de lo mismo. Esa dimensión que todos percibimos y que escapa a nuestra comprensión está ahí. Ese alma, esa fuerza que anima nuestro yo físico y que en su momento, sin que aún sepamos como, hizo que el corazón del embrión humano que todos hemos sido comenzara a latir espontáneamente en el interior del útero de nuestra madre. 

Es la fuerza latente de la Naturaleza, entendida como la energía Universal, la inteligencia superior que subyace en todo el universo y que conecta y da sentido a todo, en un equilibrio cósmico. 

Si consideras que esto es una realidad, entonces eres consciente o puedes tomar conciencia de ese Yo que realmente eres, que es mucho más que el cuerpo físico. 

Cuidarte entonces trasciende al cuidado de la dimensión física. Hablamos de la esencia, que es algo profundo que permanece oculto a nuestra mente que se mueve en el plano más superficial, permaneciendo inconsciente respecto al plano espiritual. 

Despertar, tal y como nos enseña Eckhart Tolle, es tomar conciencia de esa dimensión, que es mucho más que la física, que es la que nos conecta con el Todo. Es ahí donde la verdadera inteligencia, la espiritual, la universal, fluye y se manifiesta.

Y te pregunto. Si ya eres consciente de esto, ¿qué puede preocuparte o hacerte sufrir del plano físico? 

Despertar en esta conciencia es liberador. Está claro que el dolor físico y el provocado por los sentimientos, las emociones y las vivencias existen. Pero se reducen proporcionalmente al estado de conciencia alcanzado, al nivel de despertar que hayamos logrado.

Esto es evolucionar en la vida. No se trata de nacer, reproducirse y morir. Es mucho más. Infinitamente más. No lo podemos abarcar.

A más evolución personal, más conciencia del Ser, más conexión con la Inteligencia Universal, con la fuerza que ha dado la vida a tu cuerpo físico y lo mantiene en funcionamiento. Con la que lo detendrá cuando se agote físicamente. 

Volvemos al cuidado. Y ahora ¿qué vas a cuidar de ti?, ¿qué importancia vas a darle a tu físico? 

Tu salud física es importante. el cuerpo es tu vehículo, tu medio de contacto con el exterior. Tu salud mental también lo es. Pero desde el punto de vista del Ser, tu salud espiritual es lo más importante. 

Trabaja en ti, en lo profundo, en el Ser. Cuídate en tu esencia. Cuida tu alma. Cuida de ti y cuidarás del resto de la creación. Es lo más ecológico, lo más inteligente. Hazlo y el Universo te cuidará también. 

Jorge Arizcun - COACHING ACTIVO

Febrero 2018





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Cualquier Tiempo Presente



    Acompañamiento para Gestión del Cambio 






No es que no haya tenido nada que contar desde la última entrada que escribí, es que he estado viviendo. 
Bueno es lo que todos deberíamos hacer todo el tiempo. Realmente si lo hiciéramos, vivir, no tendríamos que contarlo ¿no?

Contar lo que vivimos también es vivir, no cabe duda, lo que ocurre es que si estuviéramos en el ahora al 100%, realmente no nos sobraría tiempo para nada más que eso. No nos sobraría nada para contarlo.

Vivir para contarlo, dicen. ¿Contar qué?, ¿Y a quién?
Cada cual está a lo suyo, a sus vivencias, a su historia. La de los demás no es que no importe, es que no es la nuestra, no podemos compartirla. Nos lo contamos a nosotros mismos.

Vengo comprobando que el tiempo verbal que más se usa en el lenguaje es el pasado. Las personas hablan constantemente de lo que han vivido. Incluso parece que se le da más valor a lo que ya se vivió, a las experiencias y tiempos pasados. En esta entrada, al comienzo utilizo el pasado: "he estado viviendo...", como si ahora no estuviera haciéndolo.

Hay una expresión que dice: "cualquier tiempo pasado fue mejor" o la que dicen las personas de cierta edad: "en mis tiempos...", como si ahora no fuera su tiempo.

Esos recuerdos de experiencias que ciertamente cimentan nuestro presente, son presentadas como tiempos mejores, como experiencias idealizadas por nuestra mente, magnificadas, dejando el ahora como algo peor, añorando esos tiempos.

En esos recuerdos nos vemos más jóvenes, más vivos. lo que es una paradoja, porque vivos estamos ahora, como lo hemos estado en todos los ahoras que hemos vivido. Otra cosa es que nuestra experiencia vital no nos llene en el momento presente y nos dediquemos a recordar y a soñar. Pasado y futuro.

Mucho pasado lastra el lenguaje y condiciona nuestra percepción del presente, a veces hasta anularlo. 

En vez de vivir lo nuevo, lo de ahora, muchas veces elegimos revivir lo ya vivido. Es como releer un libro o escuchar la música que ya escuchamos. ¿Por qué no lecturas y música nuevas?, ¿por qué no experiencias nuevas?, ¿qué sentido tiene quedarnos en lo que ya vivimos?

Al tomar conciencia de esto, he comprobado que hablar de ese tiempo pasado, resta importancia y valor al momento presente, al igual que cuando se sueña y se piensa en el futuro. 

El presente, ese tiempo, el único que tenemos y que sin embargo olvidamos. No prestamos atención a nuestro ahora y es un error. Porque es cerrar la puerta a la experiencia vital del presente.

Cuando regresamos una y otra vez a nuestro pasado, a cuando éramos más jóvenes, a ese otro tiempo en el que en nuestras vidas había otros paisajes, otras personas, otras vivencias y sensaciones, otros pensamientos. Tiempos de estudiantes, de menos preocupaciones, o al menos que recordemos. 

Idealizaciones de nuestra mente, seguramente alteradas. Porque la mente es selectiva y tiende a olvidar muchos aspectos. En cualquier caso los recuerdos son eso, lo que logramos recordar, adornado por nuestra imaginación.

Cualquier tiempo pasado es eso, tiempo pasado. Se terminó el momento de vivirlo y se vivió en su momento como fuese, mejor o peor. Ya no puede hacerse nada con eso, salvo dedicarle pensamientos, adulterados, con los huecos rellenados de imaginación.

No éramos mejores. En cada momento fuimos en presente. Y como en cada ahora hubo de todo. Ni mejor ni peor. Experiencias de vida en presente. 

En el presente no cabe pensar, sólo vivir. Pensar mientras se vive..., nos aparta de la experiencia del ahora. Normalmente se vive con referencias a lo ya vivido y se compara y se juzga. Aunque mientra se hace eso, los ahoras se suceden y pasan sin que nos demos cuenta.

¿Es una puesta de sol vivida mejor que la que estamos viviendo hoy? No lo es. 
Mientras pensamos en el acontecimiento pasado nos perdemos el que está sucediendo en este momento.

Lo pasado, pasado. Lo que pueda pasar, es eso, una posibilidad que puede no darse. Lo que ocurre ahora es lo que hay. Durante toda nuestra vida. No hay nada más.

A mi me parece, y me pasa como a todo el mundo, que andar recordando y hablando en pasado acaba con nuestro presente. Tomar conciencia de eso me hace reflexionar sobre la importancia del momento presente y la importancia de vivirlo despierto y con conciencia. 

¿Cuánto de lo que ahora recordamos con nostalgica añoranza realmente pasó como nuestra mente nos muestra en los recuerdos?, ¿cuánto de todo aquello vivimos conscientemente?

Es probable que las experiencias de niñez y juventud si fuesen vivencias intensas en aquellos ahoras, en aquellos tiempos presentes. Los niños viven en un intenso presente, que poco a poco va conviertiéndose en pasado y se instala en nuestra mente en ese tiempo verbal.

Fíjate en cómo hablan las personas a tu alrededor, fíjate en como hablas tú. Si hay mucho tiempo verbal en pretérito pregúntate por qué. Qué está pasando ahora y por qué volver atrás. 

Hay tanto por vivir, tanto nuevo por experimentar, tantas cosas que no conocemos, tantas personas nuevas y lugares por conocer... Que las experiencias vividas nos ayuden a vivir un presente con más significado, con más sabiduría.

De acuerdo a esto, el tiempo presente siempre será más rico, al contar con toda la experiencia de lo ya vivido, con todo lo aprendido. 

Y del futuro, pues qué decir. ¿Cómo íbamos a imaginar cuando vivíamos ese presente pretérito que recordamos ahora con nostalgia que nuestro presente iba a ser como es?
No podíamos. Porque es como es ahora, no como pudimos imaginarlo. Igual que cuando estemos, si estamos en un presente futuro, con toda seguridad será muy distinto de como podemos ahora imaginar.

Cualquier tiempo presente es mejor. Los presentes pasados, ya vividos, fueron lo único y lo mejor en el momento de vivirlos. El futuro..., se verá y se experimentará en su momento. Que será presente cuando se viva y con toda seguridad diferente. Presente que será el mejor momento, el mejor tiempo, nuestro tiempo, como lo es ahora y como lo fue en el pasado cuando lo vivíamos. Ni mejor ni peor. No puede compararse lo que es con lo que no es. 

El pasado ya no es y el futuro aún no es. Mejor vivir el ahora, con toda la intensidad posible y con la menor distorsión temporal. Nuestra imaginación es potente. Nos distorsiona y nos hace cambiar el tiempo verbal y el tiempo vital.

Sólo hay un tiempo posible. Puede que esa idea nos incomode y prefiramos viajar en el tiempo a vivir el presente. Pero es una quimera. Un artificio mental.

Prueba a hablar en presente y saborear el ahora. Recrearte en lo que estás viviendo. 

Presentes pasados y presentes futuros no existen. No son ahora. Sólo existen en nuestra mente y como esta quiera presentarlos. Y eso depende al cien por cien de cómo estamos en este justo momento. 


Jorge Arizcun - COACHING ACTIVO

Febrero 2018





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