domingo, 26 de febrero de 2017

La Vida Sigue

                     

Trick or Treat      Crecimiento Personal




La vida sigue

Y no espera por nadie. 

Todo pasa en instantes. Hasta la misma vida lo es.

Entonces, ¿por qué pararse? ¿por qué tanto preocuparse? Y ¿de qué? 
¿vale la pena?

Tengo una historia, mía, como la de muchas otras personas. Ni mejor ni peor. Ni buena ni mala. 

Ayer tuve que tomar una decisión. Una difícil decisión por su trascendencia. 

Y ese momento era impensable dos días antes. Porque era absolutamente imposible de prever.

Ayer tuve que decidir que a mi perra kyra le hicieran la eutanasia.

Muchas personas se enfrentan a una decisión así y los que tienen mascota saben que es un momento muy duro, ya que afecta mucho y afloran emociones fuertes y encontradas.

Kyra estaba bien. Muy bien. Y antes de ayer ya no. Un problema interno medular la dejó paralizada de los cuartos traseros. De golpe. Así, de un día para otro.

Y también de golpe te ves envuelto en una vorágine de acontecimientos y sentimientos. 

En pocas horas todo cambia y se altera. Cuento lo de mi perra por el desenlace, que afortunadamente puede decidirse. La eutanasia es un derecho y una opción que tienen los animales. Las personas, salvo en algunos países, no.

Y cuando reflexiono ahora, un día después de lo que yo personalmente viví como un momento terrible, me doy cuenta que depende. 

Terrible para mi. No para kyra. Porque era lo mejor para ella. Tuvo suerte de que su dueño estuviese ahí para tomar la decisión. La mejor decisión para ella.

No la que me hubiera gustado tomar. 

Pero no es cuestión de gustos, si de lo que es correcto. 

Y aún esto depende. Correcto para mi, según yo lo veo. Para otra persona quizás no.

Al final es una decisión. Y hay que tomarla, en uno o en otro sentido. Y ocurre así, de repente. Sin esperarlo, sin poder prepararse.

Y al día siguiente te das cuenta una vez más que la vida sigue, que todos los seres tenemos nuestro tiempo y que es correcto así. Porque así funciona la vida.

Kyra era joven y fuerte. Tan fuerte y vital que su lesión la provocó su fuerza y su vitalidad. Vivió su tiempo con plenitud física, con mucho cariño y a tope. Como era ella. 

Vino en el momento justo y se fue cuando le tocó irse. Sin más. 

¿Podía preverse? No. Sucedió. Como sucede todo.

Por eso no vale la pena preocuparse. No es razonable tratar de saber del futuro. Ni del de mañana. Ni del de dentro de un momento. 

Kyra vivía en el ahora, sin preocupaciones. Sin comerse el coco. Cada momento. Intensamente. 

No se decía, "no corras tanto que te vas a romper", no. Corría todo lo que podía y siempre que podía. Era su naturaleza. Y la envidio.

Todo estaba siempre bien en su mundo. Un ser puro sin contaminación mental. 

Viviendo. Sin más.

No es mal espejo en el que mirarse. 

Yo creo que hay que aprender mucho de la naturaleza. De los animales. De los seres vivos, los ecosistemas. 

Pero de eso puedes darte cuenta si tras un acontecimiento como el que viví yo ayer, junto a mi querido hermano, que me acompañó y ayudo en este trance, tratas de sacar una enseñanza. 

Yo creo que la he sacado y que la experiencia valió la pena. Sino, ¿para qué las lágrimas?

Sólo para sentir la emoción que algo así provoca. Y para reflexionar: ¿qué tengo que aprender de esto?

Pues esta reflexión es parte de ese aprendizaje. 

Kyra no era mía. Era parte del todo, como todos los seres y objetos. Vino a mi vida y compartimos un tiempo. Y fue una experiencia buena para los dos y para los que compartieron también tiempo con ella.

Sin más. Vino y se marchó. 

Pero hay algo que se resiste a esta aceptación. La mente, el apego del ego
.

Hoy kyra vive en mi recuerdo de ella y mi vida continúa. En mi mano está sonreír ante ese recuerdo o sufrir porque ya no está. 

Estoy triste pero también contento. Todo ha sido como tenía que ser. No como yo hubiera querido que fuera. Y aceptarlo es crecer a partir de ahí.

La experiencia de ayer fue intensa. Pero ni buena ni mala. Sólo fue.

Y para terminar esta reflexión, en este día raro, un regalo que me hizo ayer mi hijo de 14 años con esta frase:

"Papi, cuando pierdes algo o a alguien querido queda un sitio para que venga algo o alguien nuevo. Y hay que esperarlo con ilusión"

Pues con ilusión lo espero y espero que sea tan maravilloso e intenso como lo ha sido kyra. 

Hasta siempre compañera. Y gracias por la enseñanza.




Jorge Arizcun