Basado en la experiencia de muchos años trabajando con personas y equipos y su formación, ToT es un Proyecto de Coaching Activo que nace para ser un faro que ilumine el Camino para el Autoconocimiento y el Crecimiento, en lo Personal y en lo Profesional. Un Apoyo para tu Gestión del Cambio.
Muchas veces hemos oído que hay que hacer muchas acciones y rápidamente y que para lograr los objetivos hay que hacer un gran sacrificio, a veces sobrehumano.
Esto puede ser cierto en algunos casos, pero la realidad es que no siempre necesitamos hacer tanto esfuerzo, ni sacrificarnos tanto, ni tomar decisiones decisivas o radicales.
El no hacer pequeñas acciones diariamente, con constancia, es lo que nos lleva a tener que actuar de emergencia, pasando de lo que era importante a que se convierta en urgente.
Y esto nos desenfoca y altera, dándonos la falsa impresión de que todo requiere tensión, estrés, lo que no nos deja ver las verdaderas oportunidades y nos convierte en víctimas, literalmente.
Las pequeñas acciones, siempre enfocadas en el objetivo y realizadas con constancia a lo largo del tiempo, son las que nos llevan a obtener resultados.
¿Cuál es el secreto, si es que es un secreto, para lograr más con menos esfuerzo?
Antes habría que profundizar en la teoría del esfuerzo, pero eso es otro tema, para abordar en otra ocasión.
No hay que hacerlo solo. Si lo que se quiere es ir rápido, hay que hacerlo solo. Si lo que se quiere es llegar lejos, mejor, mucho mejor acompañado.
No hay que hacerlo perfecto. Avanzar y progresar es mucho más importante que la perfección (hay un dicho que dice que "lo perfecto es enemigo de lo bueno")
No hay que correr ni darse prisa. Solo es necesario ir en la dirección correcta (hay otro dicho que reza: "vísteme despacio, que tengo prisa...")
Es una muy buena idea llevar un registro de las acciones realizadas para poder medir el progreso y los logros.
La Fe. Hay que tener fe. Inquebrantable. Confiar en el proceso.
Al comienzo no veremos resultados. Una semilla recién plantada no muestra ningún cambio al principio y parece que no pasa nada ni aparece nada. Pero un día determinado, cuando es el momento, comienza a brotar de la tierra una pequeña plantita.
Hay que ser flexibles.
Si al cabo de un tiempo no se obtienen resultados, hay que pensar que quizás el problema no está en el objetivo.
Puede estar en la estrategia y puede que haya que cambiarla.
Y lo más importante: no desfallecer. Mantener la firmeza hasta lograrlo.
Este post, está saliendo tal cual. Así lo voy pensando, tras un día intenso de emociones (de varios tipos...)
Hoy he recibido por whatsapp, de una buena amiga, un vídeo de Alex Rovira, que me ha gustado mucho, como suele gustarme todo lo que publica.
El vídeo, que voy a colgar al final del post para que lo veáis (se titula "Cooperar o Competir") habla de caricias...
Me he quedado con una parte que me ha llegado hoy mucho más, en la que se refiere a nuestros hijos, concretamente a nuestros adolescentes.
Qué etapa taaaaan difícil, especialmente para las personas, chicos y chicas, que la pasan, que en muy poco tiempo experimentan un cambio muy grande, físico y mental. Un torrente hormonal que pone patas arriba sus esquemas y de los nervios a sus padres...
Y ha coincidido que hoy mismo ha habido un conflicto con mi hijo adolescente, al que adoramos, pero que está en esa fase aguda en la que no se soporta ni a sí mismo. Todo lo cuestiona, todo lo discute, tiene argumentos para todo... y su espacio vital es el reflejo claro de ese desorden mental. Como él me dice que yo le digo siempre: "todo tirado"
Rovira, en su vídeo nos dice que necesitamos caricias. Entendidas como feed back..., como retorno de reconocimiento y amor.
¿Qué quiere decir esto?
En el vídeo, Alex Rovira nos recuerda una frase de William Faulkner: "Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor"
Tremendo esto. El dolor no es una caricia positiva, es negativa, pero es un contacto. Existo para el otro. Soy algo.
Un chaval adolescente puede preferir que se le maltrate a que se le ignore. Los adolescentes, realizan constantes llamadas de atención, provocan, ponen a prueba nuestro cariño y tienen necesidad de reconocimiento, de saber que existen para nosotros y que son importantes. Son rebeldes por eso.
"Prefiero que me pegues antes que me ignores"
Comportamientos disfuncionales, clamando por la atención de quienes aman. Y necesidad de retorno de ese amor. Necesidad de sentirse queridos, aceptados. Necesidad de sentir que son visibles, que existen para nosotros, sus padres.
Esos malos comportamientos, son llamadas. Y si logramos, en vez de alterarnos, prestar atención, que sería la caricia positiva de la que habla Rovira, ambos podemos crecer. Padres e hijos adolescentes.
El insulto, la presión excesiva, no son eficaces, se acaban volviendo en contra. Con una presión excesiva puede mejorar el rendimiento a corto plazo, pero a la larga fijarán esa disfuncionalidad. Lo explica muy bien Rovira.
Si tú estás bien yo estaré bien. Ambos estaremos bien. Ese es el objetivo.
Cuidar, respetar, dar alas. Refuerzo positivo. "Colleja" a veces, sí..., pero no es la forma. Hay que contrarrestar el efecto contraproducente lo antes posible.
Hay que tener sumo cuidado con las palabras, con lo que decimos en general y especialmente con lo que decimos a nuestros hijos. Si les decimos cosas negativas harán cosas negativas, no porque sean malos, sino porque nos aman. Aunque nos parezca una contradicción.
Hablemos en positivo. No hablemos de problemas, sino de retos a superar. No hablemos de lo mal que lo has hecho sino de cómo podemos mejorar.
Es importante lograr la superación sin comparación. Ni siquiera con nosotros mismos. En un enfrentamiento con un adolescente, compararlo con nosotros puede suponer un reto que aceptará gustoso, ya que nuestros fallos, que los tenemos, estarán bajo su lupa y los sacará a la luz a la mínima ocasión, provocando más conflicto.
Tampoco con otros, ni hermanos, ni compañeros. Nada de comparar.
Nada de destrucción con el lenguaje o con los hechos. Nada de violencia.
¿Qué os parece trabajar en equipo con nuestro hijo o hija en esa difícil etapa? Porque hay que superarla y para eso hay que confiar. Trabajar en equipo es confianza y compromiso.
Así que, esta tarde, ya que previamente había visto el vídeo, pude calmarme, ir a la habitación-leonera de mi querido y ahora desgarbado hijo adolescente, sentarme en su cama y preguntarle: ¿qué podemos hacer?
Y lo primero ha sido hablar con más tranquilidad y exponer ideas. Hemos hablado de lo que nuestro entorno privado dice de nosotros, de los detalles (esos calcetines resecos, regados por la habitación, la ropa amontonada...) del desorden...
Una persona que fue muy importante en mi vida, que era muy anciana y sabia, solía decir una máxima a sus hijos y a sus nietos: "El orden evita el desorden. Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio"
Parecen obviedades, pero si uno logra conducirse así en todas las áreas de su vida y logra transmitirlo a los que le siguen, a sus descendientes, les estará dando una herramienta muy valiosa...
Así que nos hemos puesto creativos y aunque a regañadientes, la habitación ha vuelto a ser la de un ser humano civilizado y hemos planificado hacer un planning para el otro orden, el mental. Un planning de gran formato para la pared, que vamos a hacer para que comience a aprender a planificar bien, pero sobre todo para iniciar ese trabajo en equipo, que podremos extender a otras muchas facetas de la vida familiar.
Caricias positivas, confianza mutua y... compromiso. Luego no vale no hacerlo y que se quede ahí, en una idea. Para eso mejor no iniciarlo.
Es lo que tiene ser farero, que pasan estas cosas a veces. El faro se avería. Y eso es un problema serio. Nos afecta a nosotros y a los demás.
A veces el mío luce menos, pero sobre todo lo preocupante es que pueda llegar a apagarse...
Y como las cosas en muchas ocasiones se alinean, o nuestra mente lo hace para que sea más divertido, pues además la escalera de acceso a la lámpara tiene desperfectos que impiden llegar bien y con seguridad a la zona de la linterna, en lo más alto del faro.
Hay una escalera exterior, pero hay temporal... Ya veis, todo a la vez.
Frecuentemente las condiciones se alían para poner más difícil la tarea. Galernas mentales, vértigo, sentir que toda la torre del faro se tambalea. Y surge el miedo, la duda, la inseguridad.
No nos damos cuenta que el faro es fuerte, que aguanta eso y lo que venga. La duda y el miedo los ponemos nosotros. Los pone nuestra mente.
Sólo hay que llegar a lo alto y ver la avería. Y decidir cómo arreglarla.
Para subir, pues hay que asegurarse bien, agarrarse y no precipitarse.
Pero el miedo es el miedo y en vez de reparar bien y para que dure la reparación de la escalera de acceso a nuestra linterna interior, a veces se ponen parches, arreglos incompletos. En el símil de la mente humana, pocos son fareros de verdad y esos sí tienen herramientas y conocimientos.
En la vida diaria, en la que muchas veces esa luz se apaga o da fallos, los parches son los medicamentos, psicofármacos (antidepresivos, ansiolíticos) Parece que solucionan, pero no.
Son parches momentáneos, que hay que poner una y otra vez. Funcionan pero no reparan de verdad. Y los accesos a la luz no duran en condiciones.
Hay que reparar de verdad, a conciencia (nunca mejor dicho)
Reparar bien los accesos, escaleras, barandillas... Y llevar arriba las herramientas necesarias para reparar la avería y que la lámpara vuelva a lucir con la misma potencia, y que la maquinaria funcione para que la lámpara gire y el haz de luz recorra sin interrupción los 360º
Mientras, si hay que usar el acceso herrumbroso exterior, pues hay que hacerlo, sujetándose bien y sin miedo. Y si hay tempestad, toca mojarse, ¡qué se le va a hacer! Ya nos secaremos y vendrá mejor tiempo.
Una cosa es cierta. El faro debe estar en las mejores condiciones de servicio. No valen parches. Valen soluciones duraderas y seguras.
No es fácil ser farero. No es fácil vivir... Pero es apasionante y no hay nada como ver lucir de nuevo ese haz, con potencia, girando con precisión y nosotros seguros en nuestra posición y haciendo lo que tenemos que hacer. Ser lo mejor que podamos y poner todo el empeño. El faro somos nosotros. Cuidemos de él, para dar la mejor luz.
Hay ideas descabelladas, locas, que pueden resultarnos increíbles y extravagantes o imposibles.
Cuando pensamos así, cuando algo nos parece imposible y tendemos a creer que no puede hacerse y que es mejor seguir "a lo nuestro" y olvidarnos, no sabemos si estamos perdiendo una gran oportunidad.
Hay ideas increíbles, que en manos de ciertas personas o equipos, tuvieron éxito y pasaron de ser sueños alocados a convertirse en maravillosas realidades.
Quizás, en un primer momento de análisis, esas ideas o proyectos pudieron encontrarse ridículos o irrealizables, o esas mismas personas que después los llevaron a cabo pensaran: "no es posible hacerlo, no valemos, no podemos."
Pero después triunfaron al ponerse a ello y llevarlas a cabo con trabajo, tesón y fe inquebrantables.
Un buen pensamiento es: "la vida es muy corta... ¿por qué no probar?"
Todo depende de la confianza que uno tenga en sus posibilidades (que son infinitas) de quién se rodee, en quién confíe, en su intuición y también en el punto de locura que se tenga, en el sentido de arrojo, de no tener miedo a salir a explorar, fuera de la "zona de confort"
También quizás en la suerte. Aunque ¿no es la suerte el resultado de todo lo anterior puesto a funcionar?
Lo que yo veo claro es que si no se da el primer paso, no se puede comenzar el camino. Si no se da el paso, el éxito no dependerá de nada ni de nadie, simplemente no será.
En mi experiencia personal y profesional he conocido casos y he vivido situaciones que me hacen creer que esas cosas increíbles se dan y son posibles. Y no me considero un lunático por eso, más bien creo que estar siempre a lo mismo nos hace grises y previsibles.
¿Por qué no? pienso...
Es evidente que no hay que lanzarse a todo, ni a ciegas. Pero hay que abrir la mente, los ojos, pensar, estudiar las cosas, explorar, informarse.
Cualquier proyecto hay que trabajarlo y siempre tienen momentos de avance, de retroceso, de espera en la que parece que nada ocurre (y que pueden ser desesperantes)
Pero hay que tener y mantener el convencimiento, para comenzarlos y permanecer trabajando en ellos con una visión de éxito. Con fe inquebrantable, tratando de disfrutar del camino, sabiendo que cada paso y cada obstáculo es necesario.
He visto casos de éxito, misiones aparentemente imposibles.
No los lideran locos. Los llevaron a cabo personas y equipos que creyeron en sus posibilidades y no tuvieron miedo a explorar y adentrarse en lo desconocido, en el sueño.
No tuvieron miedo a creer en sí mismos y en su capacidad de hacer realidad lo increíble.
Porque lo increíble es creíble cuando te lo crees.
Y no es lo que ocurra lo importante. Me refiero a que lo importante es que ocurran cosas y que las vivamos.
La vida es un río incesante de acontecimientos que pasan y pasan. Siempre pasa algo, aunque creamos que no, o no lo veamos.
Y eso es lo que conforma la dinámica de todo el Universo.
Otra cosa es lo que "no pasa", pero sí pasa en nuestra mente. Ese es otro río, muy distinto, virtual, no real. Muchas veces turbulento.
Mientras que en el río de la vida, podemos experimentar las cosas, participar de ellas, vivirlas en definitiva, en ese otro río, el de los pensamientos, no podemos experimentar nada, porque no existe realmente. Parece que existe, pero no. Es la mente que simula una realidad que no es.
Hace 75 años un joven Orson Welles ponía el mundo patas arriba al provocar el pánico entre miles de personas, convencidas de que Estados Unidos estaba siendo invadida por un ejército de alienígenas.
Alrededor de las ocho de la tarde, el Estudio Uno de la Columbia Broadcasting en Nueva York se convirtió en el escenario donde Welles interpretó, acompañado de la compañía teatral Mercury que el mismo dirigía, la novela del escritor británico H.G. Wells, «La guerra de los mundos», recreando una supuesta invasión alienígena.
Posteriormente se hizo una película de cómo fue ese programa radiofónico en el que se simuló, con los medios de la época, esa invasión extraterrestre, no amistosa precisamente, con un realismo que puso en alerta a parte de la población que escuchó ese programa, que creyó que lo que escuchaban era real.
Pues creo que es un buen símil. Nuestra mente puede recrear con todo lujo de detalles, situaciones y acontecimientos que no son reales y que con toda probabilidad no lo serán nunca. Puede simular ese río virtual, con su agua, con sus sonidos, con sus piedras y orillas. Podemos escucharlo, podemos incluso creer verlo... Pero no es más que un artificio. Una recreación. Puede llevarnos a creer el fin del mundo o la catástrofe más espeluznante en nuestra vida. Podemos sentir el miedo real y que nuestro organismo segregue las sustancias que nos preparen para afrontar esas amenazas...inexistentes!
"Diabólico placer que le produce a la mente asustar y angustiar...."
Bueno, quitemos lo de diabólico, aunque lo sea. La mente es nuestro ego manifestándose. Y la forma que tiene de tener el control es manipulando la realidad, distorsionándola. ¿Cómo? Sacándonos del ahora, utilizando elementos del pasado para recrear el futuro. En el miedo somos fácilmente manipulables y esa es su estratagema para sobrevivir. Porque no tiene cabida en la realidad. Nos hace creer lo que no es, lo que no somos. Lo que no está pasando y casi con seguridad no va a ocurrir. Y habla, y nos persuade, inventa, recrea, juega a hacernos creer cosas... Y le creemos, sufrimos, nos asustamos, enfermamos...
¿Y qué podemos hacer? Pues ¡apagar la radio!
Los que no escucharon el programa radiofónico de Welles no sufrieron en absoluto. Los que sí lo hicieron desde un principio, sabían que era una ficción porque lo avisaron al comienzo del programa.
Pero los que se incorporaron después..., se encontraron con el fin del mundo. Tal cual.
¿Era cierto?, No. ¿Qué decían sus mentes?, Que sí lo era.
Pues eso. La mente. Trabajando para el ego.
¿Qué es lo real?
"¿cómo defines real? Si estás hablando de lo que puedes sentir, lo que puedes oler, lo que puedes saborear y ver, entonces lo real son simplemente señales eléctricas interpretadas por tu cerebro. Morpheo" (Matrix)
Este señor de la foto es el Doctor José Miguel Gaona, y es psiquiatra.
Yo he leído un libro suyo, muy interesante, titulado "Al otro lado del túnel", que según dice la sinópsis del mismo publicada en la web de La casa del Libro, trata de una aproximación divulgativa pero de carácter científico, realizada por este psiquiatra, a las experiencias cercanas a la muerte (ECM). Con numerosos testimonios de personas españolas que han sufrido el «efecto túnel», se explica la secuencia más o menos completa de acontecimientos que anteceden a la muerte. Un viaje de salida de la vida con regreso a ella, en el que se tocan temas como: los sonidos de la muerte, la luz, viajes astrales, visitas de familiares muertos antes de la propia muerte, técnicas para acercarse a una ECM, etc.
Este tema, del que se ha escrito mucho, que yo sepa es la primera vez que es abordado por un médico y es muy recomendable.
En una interesante entrevista en "La Vanguardia", el periodista Víctor-M.Amela, aborda una serie de preguntas a este doctor, que quiero compartir en este post.
Me parece interesante la reflexión sobre el "Síndrome del decaimiento" y sobre el uso del Triptófano, aminioácido esencial, que logra que la glándula pineal segregue la melatonina, que es una hormona cerebral, que favorece el sueño, ya que la serotonina es precursora de lahormonamelatonina, vital para regular el ciclo diario de sueño-vigilia. También se observa un efectoantidepresivodebido a la serotonina y el efectotranquilizantede la serotonina actúa como unansiolítico.
La melatonina es lahormona que regula el reloj biológico de nuestro organismo (la habréis oído mucho como remedio natural del JetLag...)
Bueno, tras este rollo científico (aunque fácil de entender, creo yo) voy a transcribir aquí las preguntas y respuestas que me han parecido muy interesantes acerca del mencionado síndrome del decaimiento, tan habitual hoy en día y que tantos fármacos y tratamientos mueve.
Uno de sus intereses, me dice, es el síndrome de decaimiento...
¡Cada vez es más frecuente! Precisamente una separación o una pérdida (de un
ser querido, un trabajo...) pueden desencadenarlo.
Lo llamativo es que pasa cada vez más a menudo..., y a cada vez más personas.
¿A
qué atribuye este síndrome?
A nuestro bajo umbral de frustración.
¿Soportamos mal
la frustración?
Peor que nuestros padres y abuelos... Nosotros ocultamos la muerte, negamos el
dolor, rechazamos la dificultad... Fíjate: nos diagnostican una enfermedad, ¡y
nos sorprende!
Claro, ¿no?
¡La enfermedad es normal, es parte de la vida! En vez de entenderlo así, nos
preguntamos: "¿Cómo es posible?". Y seguimos: "¿Por qué
yo?". Y concluimos: "¡No es justo!". Son pensamientos muy
desvariados...
Ya.
Hay un desenlace fatal en urgencias, ¡y buscamos culpables! Nos cuesta aceptar
que lo normal es morirse, ¡y que lo excepcional es vivir! Nos creemos con
derecho a todo, ¡felicidad incluida y garantizada! Abominamos del dolor físico
y psíquico.
¿Y qué
deberíamos hacer?
Pues no vivir el dolor como trastorno y revés insoportable. "Estoy fatal
por un duelo", me dicen en la consulta. "¡Recéteme algo para que se
me pase rápido!", me piden. ¡Pues no, señor mío: ahora le toca pasarlo
mal! Páselo mal. ¿Qué tiene de malo pasarlo mal una temporadita, eh? ¡Ya
amainará!
O sea, que
deberíamos elevar nuestro umbral de frustración.
Si sobreproteges a tus hijos, ¡los desarmas frente a la frustración! Y se
frustrarán más.
¿Receta?
A mi hija de 21 años, que estudia Oceanografía en Canarias, ya le he dejado
claro que al terminar... ¡nada de volver a casita!
Es usted
coherente..., y rudo.
¡He educado así a mis hijos desde niños! ¿Cuál es el objetivo último de la
educación?
¿Cuál?
Ayudar al hijo a ser independiente rápido.
¿Bajará más el
umbral de frustración?
Quizá la crisis nos enseñe a arremangarnos, y así frenemos esa tendencia.
Colaboro como médico en África... y nadie allí padece síndrome de decaimiento:
¡encontrar qué comer les alegra sobremanera cada día!
¿Qué receta a
sus pacientes con síndrome de decaimiento?
Primero exploramos las causas de su decaimiento… y su umbral de frustración. Y
en vez de enmascarar sus síntomas recetando alegremente antidepresivos,
prefiero emplear el triptófano. Con eso puede bastar.
¿Triptófano?
Es un aminoácido esencial. No es un fármaco, sino un suplemento alimenticio. Si
abunda en sangre, tu cerebro podrá fabricar fácilmente serotonina..., ¡y te
subirá el ánimo!
¿Qué es la
serotonina?
El neurotransmisor del bienestar, de la satisfacción, de la saciedad... Y así
no necesitarás comerte un bollo (y engordar: ¡fatal!)
¿Dónde
encuentro triptófano?
En la farmacia. Una cápsula al día: no produce efectos colaterales ni adicción.
¡Disminuye la ansiedad y regula el ciclo del sueño!
Dormir bien es
la mejor medicina, ¿no?
Dormir mal facilita la tendencia depresiva.
¿Conclusión?
Combinamos una baja tolerancia a la frustración... y una alta autoexigencia:
¡peligro!
Bueno, pues ya sabemos algo más. Aminoácidos esenciales que regulan la producción de hormonas del bienestar. ¿Por qué tanto antidepresivo y tanto ansiolítico?
La vida es una montaña rusa, con subidas y bajadas, con calma y excitación, con expectativas y miedo. Es emoción. hay que vivirla.
Cuando crees que necesitas a alguien en tu vida para ser
feliz, esa creencia realmente es una manifestación del vacío que tienes y crees
que necesitas que otro te llene, que otro
te complete, porque tú no te eres
suficiente.
Es una identificación con la necesidad, con la escasez, con la
carencia y eso es lo que produce el apego a ese otro.
Cuando abres tu corazón a otro ser humano, porque crees que es el único que te hace sentir una persona aceptada, aprobada, querida, plena..., lo que
estás pretendiendo es agarrarte y retener eso que momentáneamente te da una sensación de placer y de plenitud.
Y
lo que ocurre es que te haces prisionero
del apego a esas sensaciones que produce el enamoramiento. Es como si fueras
por la vida sin corazón, literalmente, porque se lo has dado a esa otra persona.
Es por esto
que el grado de dependencia a otro puede llegar a ser total, hasta el
punto de dejar de existir tú como ser independiente, autónomo y libre.
Y eso no es amor. Puedes llamarlo así porque lo que
entiendes por verdadero amor es disfuncional.
El amor de verdad no puede ser
causa de dolor, no depende de las circunstancias externas, no provoca celos ni
crea ansiedad. No tiene expectativas, no se apega al resultado, se vive aquí y
ahora y deja libre a la otra persona para que pueda ser ella misma, liberándote también a ti.
La libertad es la base de la mayor experiencia de plenitud.
Sin ella, lo demás no existe. Es una mentira, es un error.
Nadie puede hacerte feliz.
La sensación de bienestar que te
pueda provocar la aceptación de los demás es pasajera. Se desgasta. Y provoca
más vacío.
Debes mirar en tu interior, conocer tus fortalezas y carencias. Trabajar en ti.
Tú
eres quien más debes amarte. Nadie puede amarte más de lo que tú te amas.
El
apego hacia otra persona la coloca ante ti como responsable de tu felicidad.
Pero tu felicidad depende exclusivamente de ti. Nadie puede ser feliz por ti,
ni puede amarte por ti.
La responsabilidad de tu vida es exclusivamente tuya y
no puedes delegarla en nadie más. Debes tomar conciencia plena de esto y
asumirlo, como primer paso de responsabilidad contigo.
Si te has visto yendo de una relación a otra buscando a esa
persona que te complete y te apegas a una unión con alguien esperando que llene
tu vacío, si este tipo de episodios se
repiten en tu vida, significa que tienes que trabajar en tus creencias, en la
imagen que tienes de ti, debes ahondar en tu interior y en el porqué de tu
falta de amor hacia ti.
Tu amor a ti nadie puede dártelo, nadie puede sustituirte
en eso.
Si buscas la pareja perfecta, tienes que ser consciente que la relación perfecta es la que te enseña lo
que necesitas aprender de ti para soltarlo.
Las relaciones que aparecen en tu vida dependen de tu grado
de evolución.
Cuando seas consciente de tus expectativas, de tus inseguridades,
de tus carencias, y trabajes la aceptación y las repares, serás libre de los
apegos que no te permiten vivir relaciones sanas.
Cuando te sueltas y desapegas, descubres que el amor y la
paz están en tu interior y puedes dar más amor a los demás. Te das cuenta que ya
no puedes reclamar fuera algo que sabes que tienes en ti.
Entonces el amor a los demás surge como algo natural y
fluye hacia la felicidad.
Sé consciente de tu nivel de tu adicción a los apegos.
Tú no
eres tu adicción y puedes liberarte ya
mismo. Es tu decisión.
Encuentra algo que sustituya a tu necesidad. Se
consciente de que formas parte de un todo, del Universo, de la Naturaleza, de Dios y establece
conexión con eso a lo que perteneces, disfrutando de hacer cosas que te hagan sentir bien.
Ten siempre presente que el amor que buscas no se encuentra
en el exterior, se encuentra dentro de
ti.