domingo, 4 de diciembre de 2016

Averías


                       Acompañamiento para la Gestión del Cambio



¡Avería en el faro!

Es lo que tiene ser farero, que pasan estas cosas a veces. El faro se avería. Y eso es un problema serio. Nos afecta a nosotros y a los demás.

A veces el mío luce menos, pero sobre todo lo preocupante es que pueda llegar a apagarse...

Y como las cosas en muchas ocasiones se alinean, o nuestra mente lo hace para que sea más divertido, pues además la escalera de acceso a la lámpara tiene desperfectos que impiden llegar bien y con seguridad a la zona de la linterna, en lo más alto del faro.

Hay una escalera exterior, pero hay temporal... Ya veis, todo a la vez.

Frecuentemente las condiciones se alían para poner más difícil la tarea. Galernas mentales, vértigo, sentir que toda la torre del faro se tambalea. Y surge el miedo, la duda, la inseguridad.

No nos damos cuenta que el faro es fuerte, que aguanta eso y lo que venga. La duda y el miedo los ponemos nosotros. Los pone nuestra mente.

Sólo hay que llegar a lo alto y ver la avería. Y decidir cómo arreglarla.

Para subir, pues hay que asegurarse bien, agarrarse y no precipitarse.

Pero el miedo es el miedo y en vez de reparar bien y para que dure la reparación de la escalera de acceso a nuestra linterna interior, a veces se ponen parches, arreglos incompletos. En el símil de la mente humana, pocos son fareros de verdad y esos sí tienen herramientas y conocimientos.

En la vida diaria, en la que muchas veces esa luz se apaga o da fallos, los parches son los medicamentos, psicofármacos (antidepresivos, ansiolíticos) Parece que solucionan, pero no. 



Son parches momentáneos, que hay que poner una y otra vez. Funcionan pero no reparan de verdad. Y los accesos a la luz no duran en condiciones.

Hay que reparar de verdad, a conciencia (nunca mejor dicho)
Reparar bien los accesos, escaleras, barandillas... Y llevar arriba las herramientas necesarias para reparar la avería y que la lámpara vuelva a lucir con la misma potencia, y que la maquinaria funcione para que la lámpara gire y el haz de luz recorra sin interrupción los 360º

Mientras, si hay que usar el acceso herrumbroso exterior, pues hay que hacerlo, sujetándose bien y sin miedo. Y si hay tempestad, toca mojarse, ¡qué se le va a hacer! Ya nos secaremos y vendrá mejor tiempo.

Una cosa es cierta. El faro debe estar en las mejores condiciones de servicio. No valen parches. Valen soluciones duraderas y seguras.

No es fácil ser farero. No es fácil vivir... Pero es apasionante y no hay nada como ver lucir de nuevo ese haz, con potencia, girando con precisión y nosotros seguros en nuestra posición y haciendo lo que tenemos que hacer. 

Ser lo mejor que podamos y poner todo el empeño. El faro somos nosotros. Cuidemos de él, para dar la mejor luz.



Jorge Arizcun




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