domingo, 26 de noviembre de 2017

Apariencias que Engañan



    Acompañamiento para Gestión del Cambio 





¿Con qué aspecto vas a salir hoy?

¿Cómo te vas a vestir?, ¿Cómo te vas a maquillar?

¿Qué cara vas a ponerle al mundo?

¿Y cual va a ser el decorado que vas a poner detrás?

Normalmente nos arreglamos, nos vestimos y maquillamos para que otros nos vean bien.

Arreglamos y ordenamos nuestra casa para que otras personas vean que está limpia y ordenada.

¿Y por qué no para nosotros mismos? 

¿Cómo estamos de arreglados para nuestro interior, para nosotros?

Párate un momento a pensarlo. En cuántas ocasiones te arreglas o arreglas tu casa o lavas tu coche para los demás, para dar una imagen.

Y cuando sabes que nadie te va a ver, o no vas a recibir ninguna visita, ni vas a llevar a nadie en tu coche, dejas que el descuido, el desorden, el desaliño estén ahí. 

Nuestro aspecto exterior y el aspecto de nuestros decorados, reflejan en gran medida cómo estamos por dentro, en nuestro interior.

Cuidarnos y dar una buena imagen, no deja de ser un artificio, un maquillaje, un decorado para presentarnos ante los demás.

Lo importante no está ahí. Lo importante está en la imagen y el aspecto que nos damos a nosotros y el orden de nuestra casa mental. Ahí es donde sabemos el grado de cuidado, de limpieza y de orden que realmente tenemos.

Lo de fuera nos importa porque suele disfrazar el desorden y descuido interior. 

Las apariencias engañan, sobre todo a uno mismo.

Ordenar y limpiar nuestra casa interior, asear nuestro ser, cuidar nuestro aspecto espiritual, mantener nuestra esencia sin suciedad, logra que esa limpieza y buen aspecto afloren al exterior. Y se nota mucho.

Una persona limpia de espíritu luce limpia y aseada. No se maquilla ni tiene que disimular defecto alguno. No necesita un decorado en el que situarse porque allá donde se sitúe será su sitio.

Estas personas, limpias y ordenadas por dentro, lo están por fuera. No necesitan demostrar nada a nadie ni tapar sus "miserias" y "suciedades", sencillamente porque no las hay. Han hecho el trabajo en su interior y es suficiente. El exterior es eso, lo que los demás ven, o lo que nosotros queremos ver desde fuera.

¿Qué ocurre cuando el maquillaje ya no sirve? ¿Qué pasa cuando el paso del tiempo envejece y deteriora nuestro aspecto y los lugares y cosas en los que nos situamos y usamos?

Todos hemos visto personas que lucen a cualquier edad y en cualquier lugar. Que no exhiben su persona física ni sus posesiones. Que se cuidan por dentro transformando automáticamente su exterior.

No es cosa de un día. Es el resultado de una toma de conciencia de lo esencial, de lo que importa, de lo que realmente somos. No tiene que ver con el aspecto exterior, con lo que otros ven, o lo que vemos nosotros cuando nos miramos en un espejo, que no refleja quiénes somos, sólo el aspecto exterior, más o menos arreglado.

Imagina que estás en un lugar sin nadie a quien mostrarte y sin espejos en los que mirarte. ¿Qué cuidados te darías?, ¿te maquillarías?, ¿cómo tendrías tu casa y tus cosas?

¿Y tu interior? ¿Cómo cuidarías de ti como Ser Trascendental, como parte del Ser Universal? 

Suena muy esotérico, quizás sí, porque no nos percibimos así. No tenemos conciencia de lo que realmente somos y sólo cuidamos el exterior, las apariencias, los decorados. 

Ningún animal, excepto el ser humano, se maquilla ni altera de modo artificial su aspecto, simplemente porque al resto del mundo animal le da exactamente igual todo eso. No ponen sus guaridas, ni sus nidos para que otros los vean y les den su aprobación, o los envidien. Se comportan de forma "natural" en el más estricto sentido de la palabra.

No se miran en ningún espejo. Su percepción de sí mismos va más allá de sí mismos. No tienen ni necesitan esa conciencia. Es cierto que nuestras capacidades humanas son más elevadas, también lo son nuestros problemas e inquietudes. Pero esa conciencia en la mayoría de las personas se queda en la superficie y permanece dormida en lo profundo.

Despertar. Abrir los ojos en nuestro interior. Donde somos realmente. Sin trampa ni cartón, sin artificios. Donde no tenemos aspecto como lo conocemos, ni somos altos, bajos, jóvenes o viejos. Sólo somos. El cómo ahí no lo determina una apariencia ni una ubicación física. Lo determina el nivel de conciencia.

Ahí lo dejo. No eres lo que ves u otros ven, eres lo que no puede verse. Mantén limpio ese "lugar" y aseado ese "ser". Y te dará igual lo que nadie, ni tú mismo pueda juzgar por tu apariencia y tu decorado.


Jorge Arizcun - COACHING ACTIVO

Noviembre 2017





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sábado, 4 de noviembre de 2017

Siempre culpable



    Acompañamiento para Gestión del Cambio 




¿Puede alguien realmente hacerlo todo mal? 

No te quepa duda.

Cuando la evaluación es la de otra persona, que te ha colocado en el banquillo perpetuo de los acusados y celebra un juicio sin fin, puedes hacerlo todo mal.

Hagas lo que hagas, siempre habrá un pero y la implacabilidad de ese juez o jueza de eterna guardia no permitirá atenuante alguno.

Mal, siempre mal. 

Da igual. 

Culpable siempre. 

Una cadena perpetua no revisable, por "delitos" que no prescriben en el código penal personal de esos jueces que te juzgan y condenan una y otra vez.

No hay reducción de condena, no cabe considerar buen comportamiento.

Culpable! 

Lo haces mal. 

Todo. 

Siempre. 

Y ahí está tu juez o jueza implacable interpretando su ley, que para ti sólo puede aplicarse de una forma: Con todo el rigor. 

Déjame que te diga una cosa: aquella persona que te tiene en esa consideración, vive en su palacio de justicia privado, que está exclusivamente en su mente. 

Y desde ahí proyecta sus juicios, basados en su propias creencias. 

No sólo hacia ti, no creas. 

Esa judicatura tiene para todos. 

Está saturada de casos y de presuntos culpables. 

Esa maza de madera no cesa de golpear en la mesa de su señoría. ¡Toc, toc, toc!                              

"Yo te declaró... ¡culpable!" 


Exacto, él o ella es la que juzga y condena, sin salir de la sala ni quitarse la toga de juez, dictando sentencia a su juicio, no al tuyo. Martilleando la mesa y tu cabeza. 

Toga, puñetas, peluca. 

Juez o jueza de tu vida y la de otros. 

Mejor salir de la sala y no atender requerimientos de esa falsa autoridad. 

Que resuenen los mazazos en una sala vacía. 

Juez sin reo. 

Juez sin causa, ni abogados ni fiscales, ni testigos, ni alguaciles. 

Perdió el juicio quien te juzga injustamente, con sus reglas y sus leyes, con sus normas y sus dogmas. 

Deja esos juicios atrás. 

Porque mentes ocupadas, almas limpias y corazones satisfechos no se dedican a juzgar, ni se meten en tu vida.

Quedas libre de tus cargos...



Jorge Arizcun - COACHING ACTIVO
Noviembre 2017





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lunes, 18 de septiembre de 2017

Ropa Usada


    Acompañamiento para Gestión del Cambio 




https://pixabay.com

Cuando depositas la ropa en el contenedor... desaparece.
 
Si como le pasa a tanta gente tienes apego a TUS cosas, te habrá costado decidir de qué deshacerte. 

Lo has metido en bolsas que igual has vaciado varias veces ("no sé si tirar esto. Ni esto otro...")

Finalmente cierras la bolsa y vas al contenedor. Aún delante dudas antes de depositar la bolsa en el recipiente y dudas con la bolsa o bolsas ya en él antes de accionar la palanca que lo vuelca.

Finalmente la accionas, el recipiente se vuelca y desaparecen las bolsas.

Desaparece TU ropa, que automáticamente y de inmediato deja de ser TU ropa y pasa a ser ropa. Sin más.

Y desaparece de tu vida. 

El apego es un sentimiento que puede hacerte sufrir mucho. 

Es normal encariñarse de personas, circunstancias o cosas, pero igual que en el ejemplo, debes poder despegarte de ellas, dejarlas ir. 

Tú no eres en función de tus relaciones, ni de tus posesiones, porque realmente no tienes nada. 

La prueba es que de buenas a primeras esas personas, situaciones y cosas pueden desaparecer. 

Sin aviso. De golpe. 

Y ya no están más. 

Pero tú sigues ahí, siendo tú en esencia, no ese tú que existe en función del exterior.

El apego nos ata. Cuanto más apego más ataduras. Menos libertad.

Siempre se habla de ir ligero de equipaje. Es más cómodo y has de preocuparte por menos cosas.

Ese equipaje del viaje de tu vida ¿Cómo es? Porque acarrearlo contigo puede frenar extraordinariamente tu avance. 

Todo tiene su tiempo y su lugar. 

Me gusta imaginar una biblioteca.

 https://pixabay.com

Me gustan los libros pero hace tiempo que no me gusta TENER libros. Esas pesadas cajas de libros que en las mudanzas te revientan.

En cambio ahí están las bibliotecas, llenas de libros, a las que puedes ir con las manos en los bolsillos y acceder a todos esos libros a tu disposición, pero que no TIENES.

Es un ejemplo. Sería fantástico que existieran "ropatecas"...

Pero te enseñan que hay que tener, tener y tener. Es así. 

Y tenemos, vaya si podemos tener cosas. Nuestras cosas.

Apegos, necesidad de posesión. Personas, cosas, experiencias, creencias. Tuyas, a las qué te aferras, como sí quién ERES dependiese de que lo que TIENES.

Has accionado la palanca. Las bolsas de ropa han caído al interior del contenedor. 

¿Sigues ahí en tu totalidad?, ¿O parte de tu yo esencial ha caído con la ropa al contenedor y se ha perdido? 

Yo creo que no. Era sólo ropa. Vieja ropa de tu pasado. 

Parte de toda la carga que acarreas junto con muchas más cosas mientras vas caminando por tu vida. 

Cosas, personas, pensamientos. 

Apegos.

Si hubiese contenedores de pensamientos, como los de ropa, en los que poder dejarlos para deshacerse de ellos, en bolsas bien cerradas, sería fantástico. 

Pones esas bolsas llenas de viejos pensamientos en el recipiente, subes la palanca y desaparecen para siempre.

Puedes imaginarte un contenedor de ese tipo en tu mente e imaginar cómo te deshaces de esos viejos pensamientos a los que, como ropa usada, te apegabas.

Ropa usada, vieja, pasada de moda.

Tira. No temas. 

Seguirás aquí y dejarás sitio para cosas nuevas. 

Sólo tienes que respirar hondo, subir la palanca y olvidarte.



Jorge Arizcun - COACHING ACTIVO
Septiembre 2017





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jueves, 14 de septiembre de 2017

¿Qué te estás comiendo?



    Acompañamiento para Gestión del Cambio 





Tu realidad es conformada por tus pensamientos.

Pensamientos que te vienen incesantes y que se cocinan en las ollas de tu cerebro (quizás de ahí la expresión de "se me va la olla"...)

Los pensamientos están hechos de ingredientes diversos que los conforman, unos pensamientos con más ingredientes y otros con menos.

Aspectos que influyen en el tipo de pensamiento, en el guiso que saldrá de esas ollas que nunca paran de cocinar. 

Aspectos de experiencias del pasado, influencias de personas, de lugares, culturales, morales, religiosos, heredados, vivencias reales e imaginarias, etc. 

Ingredientes que hacen que el resultado del guiso sea característico de tu cocina particular.

Una vez cocinados están listos para consumirlos y el comensal fijo de tu restaurante cerebral eres tú. 

El principal cliente, el que disfruta o padece los platos, que van saliendo sin que los pidas y que tienes la libertad de comer o no, aunque con demasiada frecuencia te los comes enteritos, aunque te sienten mal.

Y aunque no lo sepas ahora, entre plato y plato hay un espacio de tiempo posible, un intervalo sin comer que es posible ampliar.

Esta metáfora ilustra bastante bien el hecho de que tus pensamientos condicionan absolutamente tu existencia.

Muchas veces, demasiadas, son guisos que te sabes de memoria, de los que ya te has hartado de comer y aún así te los sigues zampando... ¡Y repites!

Realmente eres buen cliente de tu restaurante. Yo diría que con algo de adicción, o mucha, a sus platos, tus pensamientos que te comes sin pausa y que se repiten y repiten.

Y te cuesta tremendamente no comértelos. Crees que no puedes dejar de hacerlo (este pensamiento es un plato típico)

Muchas veces te sientan mal y no te encuentras bien después de comértelos.

Otras veces te los comes sin darte cuenta, uno tras otro, sin pausa, sin apenas respirar. Angustioso ¿no?

Porque no estás prestando atención, no estás presente.

¿Te comerías lo que te fuesen sirviendo en un restaurante sin haberlo pedido?, ¿Sin darte cuenta de lo que te estás comiendo?

No lo harías.

Pero con los platos que te sirve tu cerebro en forma de pensamientos incesantes, recurrentes y cocinados con los mismos ingredientes, sí lo haces.

Y es que te apegas a ellos. Realmente consideras que es la comida que debes comer. 

Y no es cierto. 

No todos, pero muchos no son saludables, y muchos no te gustan. ¡Y te los comes igualmente!

Tú y todo el mundo, salvo las personas que han logrado desarrollar la conciencia plena y la presencia plena, que son capaces de pararse, soltar los cubiertos, respirar...

Desarrollando esas habilidades es posible elegir, es posible desapegarse de esos pensamientos, rechazarlos, porque estando presente sabes lo que estás haciendo y no te vas a comer todo lo que salga de esas ollas, ni vas a estar comiendo todo el tiempo.

¿Por qué hablo de apego? Por la parte de costumbre que conlleva.

Tienes costumbre de comer ese tipo de guiso, costumbre de ese sabor, costumbre de esa textura y costumbre de no cuestionarte si te va bien o no, si lo quieres en ese momento o no lo vas a querer más. Costumbre de seguir comiendo sin detenerte y sin darte cuenta.

Te apegas a tus pensamientos. Tus pensamientos conforman tu realidad subjetiva. Por tanto te apegas a tu realidad. 

A lo que a ti te parece real.

Pensamientos. Muchos de ellos limitantes, saboteadores, pensamientos disfuncionales, perniciosos, que conforman tus creencias y que te comes sin pensar si te limitan o te potencian.

Tu cuerpo habla después y te sientes mal. No quieres sentirte así pero sigues comiendo y comiendo...

Puedes cortar con eso. 

Puedes empezar a identificar lo que no quieres, lo que no te gusta, lo que te limita, lo que te hace daño e igualmente lo que quieres, lo que te potencia y no te hace daño.

Puedes dar nuevas órdenes a la cocina para que cocine platos nuevos. 

Puedes hacerlo y lo harás, porque será más saludable.

No te apegues a esos ingredientes, a esos sabores, a esos guisos que son los que siempre has comido. 

Atrévete a probar cosas nuevas, a rechazar, a sugerir, a cambiar.

No puedes cambiar de restaurante, pero puedes hacer limpieza, reforma y hacer que funcione de otra manera y cocine otros platos distintos.

Eres el comensal y también el dueño del restaurante.

Puedes cambiar y descubrir cosas nuevas, guisos cocinados con ingredientes del presente, cocinados por ti ahora, presente en tu cocina, consciente de los platos y del espacio sin comer entre ellos, que puedes alargar si quieres...

¡Que aproveche!

Jorge Arizcun
Septiembre 2017





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martes, 12 de septiembre de 2017

¡Tú Eres Importante!



    Acompañamiento para Gestión del Cambio 



Tú eres importante.

Tu existencia lo es. Tu forjas tu realidad y tu destino.

Tienes todo lo necesario, la capacidad y la potencialidad. 

Y la sabiduría.

Nadie puede cuestionarte, ni juzgarte. 

No debes nada a nadie. Tu vida es tuya y tuyos son tus deseos y tus sueños.

Que los condicionantes de tu pasado no te frenen. 

Que no te agarren los brazos del ayer y tiren de ti hacia atrás.

No sucumbas a los cantos de sirenas de las expectativas. 

Sólo están en tu mente.

Siente quien eres. No juzgues para que no te juzguen. 

Mírate con benevolencia porque eres alguien muy valioso, único y especial.

No te quejes ni menosprecies. Nada ni nadie es más que tú.

No te midas por lo que tienes, sino por lo que eres en esencia. 

No te compares porque es absurdo comparar universos y tu eres uno, con la maravillosa complejidad de tu ser, de tu cuerpo físico, de tu parte inmaterial, no comparable a ninguna otra persona, maravillosa en sí misma.

Siéntete parte, conecta con el Todo al que perteneces, del que provienes y adonde regresarás.

Agradece por tu existencia y por tu experiencia. 

Maravíllate por existir y por todo lo que te rodea.

Reconoce las infinitas posibilidades que tienes ante ti y siente la libertad de escoger.

No dejes que nada ni nadie te impida elegir. 

Vive todo lo que puedas, las experiencias, las emociones, sintiendo con el cuerpo y con el alma. 

Déjate guiar por la fuerza superior, la inteligencia que rige el universo y siente su poder, reconociéndote como parte.

Sin ti el todo no estaría completo, no sería todo.

Alégrate por ti y por los demás, que viven su experiencia vital, con sus cielos y sus infiernos. 

Respeta al prójimo, a las otras especies animales y vegetales, al entorno natural. Cuídalo, es tu casa y la de los demás seres vivos.

Piensa que lo extraordinario es vivir, la vida, de la que sólo tenemos noticia aquí, en este modesto planeta. 

No sabemos de más vida, ni si se repetirá.

Respeta la memoria de los que partieron antes. Viviendo, riendo, aprendiendo, gozando, cambiando, sintiendo.

Eres importante. Lo más importante de la creación para ti. 

Créete el privilegio de vivir y desde ahí camina. 

Respira, yérguete, observa, aprende y no te pares. No te han hecho para ser inerte. 

Eres puro cambio, constante vida y muerte. Siéntelo al respirar. 

Visualiza ese complejo sistema de sistemas que eres. Un milagro de la evolución.

Y no creas las voces internas o externas que pretendan simplificarte, etiquetarte y hacerte algo pequeño. 

Son mentira.

Eres mucho más y mejor de lo que a veces crees o te hacen creer. 

Siente lo que eres, siente que estás y que eres importante. 

Lo más importante.

Jorge Arizcun
Septiembre 2017





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