domingo, 10 de marzo de 2019

Dimensiones vitales



    Acompañamiento para Gestión del Cambio 




Eres un ente que puede representarse como una figura geométrica con cuatro vértices.

Puedes imaginarlo como un rombo similar al de la fotografía de la introducción, o como una figura romboide aunque no exactamente un rombo.

Los vértices son las partes que configuran lo que eres.

En uno se sitúa tu parte corporal, en otro tu parte mental, en el tercero tu parte emocional y en el cuarto tu parte espiritual.

La más importante es esta última. Es lo que realmente eres, tu esencia, tu SER, inmaterial y no finito.

Este Ser habita en un espacio físico, o más bien se mueve por el mundo en un organismo que se compone de 2 partes diferenciadas, que ocupan dos vértices de la figura geométrica que te representa: tu cuerpo y tu mente.

Esta última gobierna al cuerpo e interpreta a varios niveles la experiencia corporal en relación con el medio, con lo exterior.

El cuarto vértice es el resultado de esa experiencia física, interpretada por la mente y produciendo las respuestas adaptativas que son las emociones.

Cuerpo, mente, emociones: el vehículo en el que el alma, que lo trasciende, experimenta su fase terrenal.


Como el tiempo vital, determinado por la duración física del vehículo, es la experiencia como ser vivo mortal, que tu ser, tu alma, va a tener como pasajera en ese viaje para evolucionar antes de regresar a la dimensión previa al nacimiento, sólo tienes ese tiempo limitado para hacer de esa experiencia algo útil para el alma.

Por tanto, es tu responsabilidad cuidar lo más posible de ese vehículo, trabajando en tu cuerpo, su salud y forma física, en tu alimentación y tu descanso, además de cultivar el conocimiento en tu mente y desarrollando inteligencia emocional.

Veamos algo terrenal:

Imagínate en una circunstancia relacional como puede ser una entrevista en un proceso de selección, por ejemplo.

Mente y cuerpo deben estar alineados y el control emocional bien entrenado.

Un cuerpo descuidado, una mente no desarrollada y una pobre inteligencia emocional, darán como resultado un ser humano de baja energía (o de bajo nivel)

Esto se traduce en una actitud característica, que se percibe rápidamente, en especial por la otra parte de esa experiencia relacional que es la persona que te está entrevistando.

Si esta persona es experta en su trabajo y ha visto previamente muchos candidatos en distintos procesos de selección, enseguida se dará cuenta de esa falta de energía, que coloquialmente podríamos denominar "tufillo a fracaso", como una vez me dijo un formador que tuve.

Esto llévalo a cualquier otro aspecto de tu vida y de tus relaciones, proyectos, retos, metas...

Un cuerpo descuidado, una mente no cultivada y una baja inteligencia emocional es igual a baja energía, bajo nivel, baja eficiencia.

La experiencia vital debe tener esa "vitalidad", valga la redundancia.

Sino, el viaje de nuestro Ser será de poco provecho en términos evolutivos.

Conecta con esa figura geométrica de la que te he hablado y céntrate en los cuatro vértices. Observa cómo se interrelacionan los tres inferiores y cómo alimentan al vértice superior.

Y ahora pregúntate para qué has venido a este mundo y cómo quieres que sea el viaje de tu vida.

Nunca es tarde para corregir, para arreglar el vehículo, para adquirir conocimiento, para aprender de emociones. Nunca es tarde para poner a punto el vehículo en el que viaja el alma. Notarás que la energía aumenta, que eres más capaz, que subes de nivel y que evolucionas, aportando a tu ser, a tu esencia, una buena y útil experiencia de vida, que se llevará tu alma cuando regrese al Todo de donde proviene, enriquecida y evolucionada.

Te invito a empezar ya mismo, observándote desde el Ser, viendo el estado en el que se encuentra la parte terrenal de eso que eres y lo que está aportando a la otra parte, la espiritual. Y a partir de ahí decide. Merece la pena pararse y pasar por el "taller"

No sólo podrá durar más el viaje, su calidad será mucho mayor.

Jorge Arizcun
  



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