Trick or Treat Consultoría y Coaching
Conduciendo por tierras manchegas el día 1 de enero de este año nuevecito, una pertinaz y densa niebla nos envolvió y yo, que iba al volante, tuve que circular con extrema precaución.
No íbamos por autovía, sino acortando camino por carreteras secundarias.
La espesa niebla, que por momentos se tornaba casi sólida y no permitía ver más allá de unos pocos metros por delante del coche, obligaba al conductor, o sea, yo, a mantener una atención plena en la conducción...
Tomé conciencia en un momento que la atención plena no solo es posible, sino que a veces es obligatoria.
Sobre todo cuando existe una situación de riesgo, como cuando vas conduciendo en medio de una espesa niebla en una carretera secundaria.
Atención plena.
Estar en el momento presente con todos los sentidos.
Vivir el ahora, en alerta, conscientes de que no hacerlo podría impedir vivir el momento siguiente...
Pero no es necesario transitar por una espesa niebla, o caminar por un sendero estrecho al borde de un precipicio, o realizar ninguna actividad de riesgo, para lograr la atención plena.
Vivir con atención el presente es posible, si se practica.
Y es necesario.
Porque los momentos suceden y pasan.
Y si uno no es consciente y no vive momento a momento, bien porque se ha quedado "re-viviendo" lo que ya pasó (cosa que no es posible) o bien porque se dedica a "pre-vivir" las expectativas del futuro (lo que tampoco es posible)
Pues pasa que los momentos pasan sin darnos cuenta, sin ser conscientes de ellos y con ellos las vivencias que al final, por no estar aquí y ahora, nos perdemos.
Ayer fue la noche de fin de año, vivida intensamente como corresponde, con su celebración, sus uvas, los buenos deseos y la fiesta, los que la tuvieran.
Si en la carretera, en el camino de vuelta, yo me hubiese dedicado, en vez de estar atento a la carretera, en medio de la niebla, a "revivir" la nochevieja y a recrearme mentalmente en lo ocurrido la noche anterior, podría haberme despistado y no darme cuenta de una curva, una señal, o un obstáculo repentino y "perderme" el momento
y, a lo peor, la vida.
Así, tal cual.
La verdad es que literalmente perdemos la vida al no vivirla.
Es como estar muerto en el presente.
Es perdérselo.
Y ocurre constantemente.
La mente a su bola y la vida pasando sin que nos demos cuenta, sin prestar atención a los detalles. Sin enterarnos de nada.
"Re-vivir" o tratar vivir en el pasado, donde no se puede vivir, y "pre-vivir" o tratar de vivir en el futuro, donde tampoco es posible vivir, trae muchos problemas con los apegos y las expectativas.
Y además es perjudicial para la salud.
Dicen que la depresión se deriva en parte de un exceso de pasado.
Y que la ansiedad surge por un exceso de futuro, cosas ambas, pasado y futuro, que no pueden existir en el presente, al menos como vivencias reales.
Y además no son reales porque ese "re-vivir" es más que probable que tenga mucho de invención, porque también es muy probable que los momentos que no se vivieron en su momento, la mente los recree, o los invente.
Y por supuesto, lo que aún no ha ocurrido, no existe y podría ser de cualquier manera, con toda seguridad (salvo que seas adivino) distinta o muy distinta a las expectativas que nuestra mente nos pone delante, invenciones, fantasías.
En cualquier caso, no presente, o sea, no vivir.
Mejor no circular con niebla,
O quizás bienvenida la niebla para traernos al ahora y a prestar atención a lo que está pasando en el presente.
Esa niebla que debe impedirnos mirar atrás o hacia adelante, obligándonos a concentrarnos en el sitio donde estamos, en el momento en el que estamos y darnos cuenta de por dónde vamos.
Muchos accidentes ocurren en carreteras despejadas, con perfecta visibilidad.
No estar en el presente puede resultar peligroso, no sólo porque puedas tener un accidente grave o mortal, sino porque la realidad es que si no estás en el ahora, no estás vivo.
Tal cual.
Entonces la niebla la tienes dentro.
Y no ves nada.
Ni te enteras de nada.
Eso si que comporta riesgo.
Nada menos que el de perderte tu propia vida.
Jorge Arizcun
Enero 2017
Qué difícil Jorge circular en la niebla, vivir en ella, aceptarla, reconocer lo que nos trae, observar cómo reaccionamos frente a ella, seguir avanzando y aprender para la próxima vez que caiga (que caerá).
ResponderEliminarDifícil y bello camino. Compartir algunos senderos contigo es un placer. Abrazo
Gracias Pilar. Sí es difícil circular en la niebla y, a veces, sin ella. Trabajar la atención plena y estar en el ahora, reconociendo, observando y haciendo. Que no se instale la niebla en nuestro interior. Ahí debemos verlo todo claro. Para mí también es un placer compartir contigo. Un abrazo.
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