martes, 3 de enero de 2017

La Navidad es un Adorno



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Un año más llegó diciembre y se acercan a toda velocidad las fechas navideñas (bueno, ya se anunciaban desde bastante antes...)

Esto, a lo largo de la vida, y dependiendo de en qué momento o situación esté uno, pues provoca un sentimiento u otro respecto a esas fechas, señaladas en el calendario y en las que se presupone que uno debe estar feliz y contento, porque reina La Paz y la armonía, se llena todo de sentimientos positivos, se adornan las ciudades y los hogares (los de los que lo tienen, claro) y es una época del año maravillosa y mágica.

Esto es así, o no. 

Depende, como digo, de cómo esté uno y dónde.

Y muchas veces podemos ver a otras personas con un claro espíritu navideño..., de puertas para afuera.

¿Qué es el espíritu navideño?,¿qué magia hay que hace que esta época del año sea más dichosa, más feliz, que afloren de repente buenos sentimientos y propósitos, que todo se iluminé especialmente y que la realidad cambie, aparentemente?

Pues la realidad es que el mes de diciembre, si eres cristiano, rememora el adviento, que el 24 de diciembre se conmemora el nacimiento de Jesucristo y que esa noche, de Paz, es una celebración de dicho evento. Desde ese punto de vista es mágico, ya que el personaje de Jesucristo es un símbolo para muchos millones de seres humanos. 

Hasta ahí todo bien.

Luego está el folclore y el negocio, estrechamente unidos.

Todos somos generosos y celebramos..., gastando. Y gastando y gastando. 

No hay problemas, ni crisis, ni nada parecido a algo negativo. Todo reluce con sus luces y adornos brillantes, todos nos deseamos lo mejor y sonreímos felices, normalmente ante una mesa bien repleta de manjares y eso, de fiesta. 

De fiestas, que son varias. Y ¡felices fiestas!, nos deseamos.

Nada que objetar a los buenos sentimientos, a los reencuentros, al buen ambiente de solidaridad y hermanamiento. A los sentimientos fraternales y solidarios...

Las ciudades relucen con sus adornos, más o menos afortunados, o de más o menos buen gusto. 

Y las empresas cuyo auge en esta época y con motivo de la Navidad experimentan picos de ventas, pues encantadas de la vida, porque hacen su "agosto" en diciembre y los primeros días de enero, hasta Reyes.

¿Qué hay distinto? En realidad nada. La Navidad es un adorno a la realidad, que es la misma con o sin luces, árboles, papanoeles, belenes, fastos, cabalgatas y demás parafernalia.

La tele se convierte en un bombardeo publicitario,  machacante hasta límites que rozan el absurdo. ¡Compra esto! ¡y lo otro! Una y otra vez.

¿Qué hay detrás? Negocio, puro y duro.

Salvo honrosas excepciones, cuanto más "espíritu" navideño, con minúsculas, más negocio. Más consumo, más gasto.

Recuerdo un año que pasé el fin de año en Marruecos, en Fez. Coincidiendo además con el Ramadán.

Ese año, todo lo relacionado con la Navidad, tal y como la entendemos los occidentales de países con tradición católica, de repente no existía. 

Por ningún lado. Ni rastro. 

Sólo por desplazarse hacia el sur unos miles de kilómetros.

Ah! El espíritu navideño no es universal, depende de dónde se esté. Es selectivo.

Si estás en el primer mundo la cosa es distinta, porque puede incentivarse el consumo. Mucho. Demasiado. 

Si estás en África, bueno eso es otro mundo.

Hoy hablaba con una persona importante para mi, que me ha dicho que el verdadero valor que encontraba en la Navidad es el del reencuentro con la familia. 

Nuestro entorno más cercano. El "calor del hogar" antaño entendido como el del lugar donde ardía la leña para calentarnos. 

Actualmente esa mesa en la que se sienta la familia reunida, con algunos miembros reencontrados, tras a veces mucho tiempo sin verse. 

Estoy de acuerdo. Esa parte de la Navidad que estimula el reencuentro, los valores familiares y las tradiciones, me gusta. El resto, la verdad es que bastante menos.

Es adornar la realidad. A veces "inadornable" por mucho que se empeñen los medios. 

Al menos, en lo que al decorado se refiere.

Una calle iluminada con miles de luces intermitentes y adornada con mucho recargo o incluso, a veces pasa, con buen gusto, a altas horas de la noche, cuando nadie está despierto para verlo, es un espectáculo para nadie. Como sí encendemos todo el despliegue luminoso de un estadio de fútbol..., vacío.

¿A donde quiero ir a parar? Pues a que la ilusión en esta época no puede sustentarse en el adorno y el consumo. 

Debe ser algo interior. Y el interior no se adorna.

Aunque pensemos en la magia destinada a los niños, salvo los muy pequeños, al final es consumo, regalos. Pedir, tener.

No sé. Hay algo del espíritu navideño que no está claro (pese a toda la iluminación) que tiene ese regusto a decorado, a artificio, a impostura.

"Tenemos que quedar en Navidad, antes de fin de año"... Ya. ¿Y por qué? Todo es más caro, todo está lleno.

Fin de año. ¿Qué finaliza? Todo es un continuo, no finaliza nada, es arbitrario, depende de dónde hayas nacido.

Resulta sorprendente, cuando menos, que donde la Navidad se representa en su máximo esplendor sea en ciudades como Nueva York, donde es icónica, o en general en EEUU, el lugar que representa la expresión más exagerada del capitalismo, del consumismo, de la desigualdad... Sólo para reflexionar.

Es verdad que también hay estampas muy bellas de la Navidad en los países Escandinavos, residencia de Papá Noel...

En fin, que no trato aquí de aguarle "las fiestas" a nadie. De verdad.

Simplemente reflexionar sobre sí el espíritu de la Navidad es un artificio publicitario tremendamente rentable, o si representa unos auténticos valores que nos remueven y nos ayudan a ser mejores en general y de forma sostenible, vamos, que si es posible encontrar ese espíritu en otra época, o caduca al llegar la cuesta de enero.

Yo espero que no, y espero encontrarlo en mi interior y con los míos, al "calor del hogar" donde más a gusto puede sentirse uno y olvidar por un tiempo lo negativo.

Miremos hacia adentro, donde está todo, y comprobemos sí nuestra luz interior brilla más. 

Entonces sí podemos proyectar ese espíritu positivo y ese mensaje solidario y de esperanza. 

Y para esto, no hace falta pasar por caja..., ni adornar tanto.

Espero que tengais unas felices fiestas en familia, os deseo un año nuevo lleno de oportunidades y vivencias y ya, camino del final, con el día de Reyes, pues eso, no pasarse con el gasto y pensar que ellos, los Magos de Oriente, llevaron su presencia y un poco de oro, incienso y mirra, que lejos de equipararse a lo que hoy en día se consideran productos "caros" y de "lujo", estaban asociados a ciertos conceptos y rituales (El oro era un regalo para Jesús como Rey, pues era un regalo destinado a reyes. El incienso era un presente para Jesús como Dios, pues esta resina se quemaba delante de los dioses. Y la mirra, para Jesús como hombre, pues con ella se embalsamaba a los muertos)

Nada que ver con consumo, gasto o lo que en la actualidad significa el regalo de Reyes. 

Pero eso es otra historia.

Jorge Arizcun
Enero  2017


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