Trick or Treat Consultoría y Coaching
Hoy voy a hablar del parchís y de jugar.
Este juego, que ya es antiguo y muy conocido, principalmente en España, pero también en otras partes del mundo, es un juego simple, como lo es el juego de la vida.
Se trata de llegar a la meta, al final de un recorrido que da unas cuantas vueltas, en el que el avance se determina por el valor que sale al tirar el dado y en el que no se está solo.
Se compite, como en la vida, y se juega en equipo, con las fichas de tu mismo color.
Y se avanza y se retrocede.
Pueden comerte y enviarte de nuevo al origen, donde permaneces hasta que sale el número que permite volver a empezar a caminar el largo camino, lleno de sorpresas, hasta llegar a ese espacio seguro donde no puede pasarte ya nada, una vez superados los obstáculos y haber perseverado con toda la fe en lograrlo.
Cada equipo tiene un color, todos quieren llegar, todos pueden llegar, pero hacen falta varias cosas.
Se han de dar varios factores.
Uno es el del factor suerte. En esto hay muchas teorías...
Hay que lanzar el dado y hay que decidir qué es lo que hacer.
Aunque a veces no puede decidirse nada. Con las fichas en casa, si no sacas un 5 no puedes incorporarte.
Se me ocurre un símil con la vida.
El 5 representaría la posibilidad de incorporarse a la partida, nacer.
Hay un componente de azar, o no, en el hecho de la posibilidad de nacer.
Aunque juega también su papel la estadística.
Saldrá el 5, tarde o temprano.
Una vez se incorpora la primera ficha al tablero, si nos ponemos en el punto de vista de la propia ficha, nuestra perspectiva es muy limitada.
Estamos ahí situados y tenemos que echar a andar. No sabemos lo que nos vamos a encontrar ni lo que durará nuestra vida en el exterior.
Cuando sólo somos una ficha en el tablero, sólo podemos mover esa, en función de lo que salga en el dado en nuestro turno.
Cuando somos más fichas, lo que podríamos asimilar a distintas facetas de nuestra vida, o distintas personas afines en nuestro equipo (familia, amigos...) ya se activa la toma de decisiones, qué ficha mover.
En la perspectiva bidimensional pegados al tablero, todo es una incertidumbre y el control sobre el juego se limita a moverse a ver qué pasa.
La perspectiva, en el parchís y en la vida es muy importante.
Sólo tenemos que incorporar una tercera dimensión para tener una panorámica bien distinta y esclarecedora.
En la vida igual.
A veces no podemos ver nada, porque nuestra situación no nos lo permite.
Vivimos una "realidad bidimensional", lo que nos hace permanecer en una situación de incertidumbre, no sabemos dónde nos encontramos, no controlamos nuestras fichas (en el parchís son cuatro, pero podemos suponer unas cuantas más, bueno bastantes más en lo que es el juego de la vida)
Pero es un símil, gráfico y simple.
Si tomamos perspectiva, espacial, no temporal, la cosa cambia radicalmente.
Podemos ver nuestras fichas en el tablero, podemos ver la posición de las fichas de los demás y podemos tomar decisiones, limitar las incertidumbres y sentirnos en control, al menos de lo que nosotros vamos o debemos, o queremos hacer.
Está el factor dado (número que sale al tirarlo), lo que nos va deparando la vida, también está el factor número de fichas, nuestros diversos aspectos, y está el factor de las fichas de otros colores, que podríamos visualizar como factores externos que no podemos controlar y que debemos gestionar a medida que se nos exija decidir en función de sus movimientos o posición, defendiéndonos, atacando, etc.
Y como en la vida, el camino hay que hacerlo, con lo que venga.
Y hemos de jugar lo mejor que sepamos y aceptar las diferentes situaciones que van surgiendo a lo largo de nuestro camino.
Puede que nos encontremos atascados, porque fichas de otro color hayan puesto una barrera.
También que nos sintamos atrapados o en riesgo, por la amenaza de ser comidos. Si nos comen una ficha, volvemos al inicio, y esa ficha ha de volver a nacer, o renacer.
Podríamos compararlo a un fracaso, una pérdida, la que sea, tras la que debamos que reponernos y volver a empezar.
Hay que tirar los dados, eso es todo.
Y confiar y mientras seguir con las otras fichas.
A veces podemos avanzar mucho, si nos comemos fichas de otro color.
Y también podemos perder oportunidades si no estamos atentos, si estamos a otra cosa y tomamos una mala decisión o hacemos un mal movimiento por no estar con la atención plena en el juego.
Una tirada, un número y una posibilidad de comernos una ficha de otro color y avanzar, pero por no estar atentos, mover otra ficha y perder la oportunidad.
¿Cuántas veces nos pasa esto en nuestra vida?
Así que en el parchís tenemos las posibilidades, tenemos los avances, tenemos los bloqueos, los fracasos, las decisiones, tenemos que combinar los movimientos de todas nuestras fichas para avanzar hacia la meta, tenemos que reaccionar y tenemos que estar presentes, tenemos que recomenzar algunas veces, o muchas.
Es igual que en la vida. Un juego, unas reglas, una aventura, una meta, hay que ir dando pasos, tirar los dados, tener fe, aprender...
Y tener la máxima perspectiva posible.
¿Jugamos?
Venga, a tirar los dados. Si no se tira el dado no puede ocurrir nada y la partida se para. Sólo hay que tirar, confiar, jugar y pasarlo bien. Con todo lo que ocurra.
Me gusta el símil con el parchís. Con su colorido, con su camino, con nuestras decisiones.
Hay otros juegos y posiblemente una combinación de todos ellos reflejarían mejor la vida, que es muy variada y en la que se juegan muchas partidas a la vez.
Pero es bueno simplificar. La vida no es tan complicada, si no la hacemos nosotros complicada.
¡Ah! Siempre que es posible elijo el azul y me encanta la emoción y la incertidumbre al tirar el dado. y mi número es el 5...
¿Qué va a pasar?
No podemos saberlo. Así que juguemos para averiguarlo.
¡Feliz partida!
Jorge Arizcun
Enero 2017
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