Acompañamiento para Gestión del Cambio
Cuando te encuentras en
la incertidumbre que provoca una etapa de cambio, suele haber una consecuencia
directa: La paralización.
El único antídoto que
existe para contrarrestar esa consecuencia es la movilización.
Para poder salir de un
estado de paralización, que lleva asociada una potente emoción, el miedo,
tienes una capacidad que puedes trabajar: la Actitud.
Te encuentras en un
momento de tu vida, en unas circunstancias concretas de cambio, que te han
llevado a ese estado de paralización y no encuentras la motivación suficiente
para movilizarte, para salir de ahí.
El movimiento se
demuestra andando, pero hay que dar el primer paso. Este paso no te va a llevar
a donde quieres, pero basta darlo para salir de ese lugar inerte de
parálisis.
El miedo es en muchas
ocasiones bloqueante. Te hace querer esconderte, replegarte. Y desde luego no
te invita a dar ese paso, necesario para sacarte de ese estado de
inercia.
¿Qué necesitas? Actitud,
entendida como querer dar ese paso. La actitud te ayuda a movilizarte, a tomar
conciencia de lo que te está pasando y a hacer lo mejor que puedes en este
momento, en las circunstancias en las que te encuentras y con lo que tienes.
Es todo un logro dar ese
primer paso. Posible porque se ha activado la acción. Con la actitud correcta
es posible darlo y conseguir ese logro, pequeño, pero necesario. Realmente
alcanzar una meta o completar un cambio es un logro mayor que se compone de
pequeños logros menores.
Con la actitud correcta
es posible detener el pensamiento saboteador y tomar conciencia del momento en
el que estás, de identificar los recursos y herramientas de los que dispones y
construir desde ahí.
La actitud correcta
(porque puede haber actitudes incorrectas) para enfrentar ese cambio y salir de
la paralización en la que te encuentras es aquella que te permite dar ese paso.
La pregunta sería ¿qué es lo que tiene que pasar?
Puedes responder con un
deseo sincero de desbloquearte, de buscar apoyo, de reorientarte, de motivarte
y de obtener la energía necesaria para dar ese primer paso, tomando conciencia
de que el cambio es una oportunidad.
La inercia es la fuerza
que trata de frenar el cambio. Si logras ser consciente de que no se trata de
una amenaza sino de una oportunidad para evolucionar, estarás enfocando desde
otro ángulo y podrás mirar las cosas de otra manera, enfrentando la situación
con otra actitud.
Siempre vas a tener como
inseparables compañeras a tus voces interiores, esas que te hablan sin cesar y
que no dejan de ser expresiones mentales de los pensamientos, guiadas por el
ego, que trata de convencerte de que no tienes responsabilidad alguna de lo que
sucede y que por tanto no puedes hacer mucho para cambiar.
Y no es cierto. Acallando
esas voces interiores descubrirás que tienes el 100% de responsabilidad en el
cambio. Porque no es lo que sucede lo importante, sino la posición que tomas
ante lo que sucede. Eres responsable al 100% de la actitud con la que enfrentas
los desafíos en tu vida. Ahora mismo, el desafío del cambio ante el que estás.
En esa situación de
bloqueo y paralización es normal sentir una falta de energía notable. Un cambio
de actitud es una fuente natural de energía, necesaria para reanudar la marcha.
El cambio es lo normal.
Todo es cambio. Lo único que no cambia es el propio cambio. Es la naturaleza
del Universo y del mundo. Un cambio constante, incesante.
La oportunidad aparece
cuando conseguimos tener la actitud adecuada para pasar de un estado de
certidumbre, en el que tenemos esa falsa sensación de seguridad y control, de
saber lo que va a pasar, sin temor a errar, al estado de incertidumbre, en el
que no sabes qué va a ocurrir. El primero es falso. No existe la certidumbre,
aunque puedas creer que sí.
La incertidumbre es la
que marca el momento siguiente, que es el momento para crear algo nuevo. Es el
cambio mismo, el instante siguiente al presente. Absolutamente incierto y con
todas las posibilidades.
Así que no te quedan
muchas alternativas al cambio y la incertidumbre, porque son lo que hay todo el
tiempo.
¿Cómo has llegado a este
momento?, ¿qué ha pasado en tu vida para que ahora estés donde estás y como
estás?
Pues sea lo que sea,
seguro que no lo habías previsto ¿verdad? Y sin embargo eres responsable 100%,
aunque te cueste admitirlo. Especialmente de que te encuentres ahora como te
encuentras, sin ganas, sin salidas, en parálisis.
Antes de seguir, te pido
una cosa. Deja de mirar hacia afuera, buscando causas externas. Mira hacia tu
interior, búscate ahí. No esperes encontrar lo que eres ahora, sino al niño o
niña que vive en tu interior. Tu yo más puro. Concéntrate hasta que lo tengas
delante de ti y mírale a los ojos, que son tus ojos.
¿Qué puedes decirle? es
probable que te surja el deseo de pedirle perdón. De decirle que sientes no
haber estado ahí con él o ella, de haberte olvidado. Quizás desees decirle que
le amas. Y quizá también sientas agradecimiento por seguir ahí y por haberos
reencontrado. Díselo.
Este es un ejercicio de
reconciliación con tu niño o niña interior. Contigo.
¿Cómo es que dejaste sola
a esa persona pequeña que eras? ¿Te sientes responsable? Siéntelo, porque lo
eres. Y no es más que una certeza, no un reproche. Has ido eligiendo a cada
momento, con cada vivencia, aunque no hayas sido consciente, cada paso ha sido
una decisión tuya. para bien o para mal,
ambas cosas muy relativas. Ahora puede que pienses que para mal...
Si lograste conectar con
tu niño o niña interior, has dado un paso muy importante. El paso de reconocer
tu responsabilidad. No te juzgues, tu yo inocente no lo haría. Ten compasión
hacia ti. Hiciste lo que creíste mejor, lo que supiste hacer en cada momento,
con lo que tenías y con lo que sabías. En vez de machacarte puedes probar a
decirte: "Lo hiciste muy bien. Gracias"
Date las gracias. Dáselas
a tu yo infantil con quien te acabas de reencontrar. Agradece haberlo
encontrado. Agradece estar aquí. Agradece ser.
Puede que todo esto te
parezca una tontería. Es tu elección. Porque tú decides lo que piensas y con lo
que te quedas. Claro que aceptar la responsabilidad cuesta y no te gusta. Puede
que pedirte perdón, decirte que te amas y agradecerte todo te resulte difícil,
incómodo. Lo es. Pero no es difícil. Es un paso diferente a quedarte como estás
y te conduce hacia otro lugar. ¿Hacia dónde? No lo sabes, pero sí sabes que ahí
donde estás y como estás no quieres seguir.
Ya está. Ya lo has dado.
Has comenzado el cambio...
Jorge Arizcun
COACHING ACTIVO
Abril 2018
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