Trick or Treat Consultoría y Coaching
Todos hemos oído hablar de la famosa zona de confort, en la que tarde o temprano, alguna vez o muchas todos nos instalamos.
Zona de confort.
¿Realmente es confortable la llamada zona de confort?
Aparentemente sí.
Sin demasiadas alteraciones, sin demasiadas decisiones que tomar..., quizás, cosas simples.
Aunque no estemos cómodos del todo, mejor esto que conocemos, sea como sea, a algo que vaya usted a saber...
Una pareja, un lugar, un trabajo, lo que sea.
No cambiemos no sea que empeoremos. Y mientras, la vida pasando, día tras día, sin que pase nada extraordinario, instalados "cómodamente" en esa zona en la que nos sentimos seguros, puede que no tan cómodos, pero seguros.
Hace poco leí esta descripción que me resultó impactante:
"Aparente estado de comodidad que te lleva a la muerte en vida.
Justificación perfecta para no hacer, no crecer, no arriesgarse y no vivir."
Fuerte, ¿no?
Hace no mucho escribí sobre el parchís, haciendo una comparación del juego con la vida. En el parchís hay zonas seguras, la más segura de todas ellas es la "casa", de donde hay que salir para incorporarse a la partida...
Y a la incertidumbre.
Podemos elegir ni siquiera tirar los dados y no salir.
No jugar, no arriesgarnos para ir a un lugar mejor, o simplemente para experimentar la aventura de tratar de llegar sin que nos coman.
Pero en "casa" no ocurre nada...
¿Imaginas una partida con un sólo jugador y una sola ficha?
Seguridad total.
Sin peligros, pero avanzando sin más. Salir y llegar sólo tirando los dados.
Qué aburrido ¿no?, ¿qué sentido tiene un viaje sin sorpresas, sin alicientes, sin retos? ¿Qué sentido tiene jugar solos?
O ni siquiera jugar, permaneciendo sentados viendo cómo otros que sí están jugando pasan. Imaginando cómo les irá, qué sentirán.
Es como estar sentado en un sofá todo el día, viendo cómo viven y lo que hacen otros.
Y la única decisión "importante" es cambiar de canal con el mando a distancia (que de no tener, igual hasta no nos levantamos para cambiar con los botones del televisor...)
¿Eso es confortable?, ¿qué aliciente tiene algo así?, ¿qué podemos aprender si nos perdemos nuestra propia vida aletargados?
Eso sí, el sillón es muy cómodo. Pero hasta en el sillón más cómodo te acaba doliendo todo si no te mueves y estás ahí sentado horas y horas.
Hay que salir y atreverse a experimentar otras cosas.
Puede ser paso a paso, despacio pero con determinación.
No es cuestión de adentrarse en lo desconocido a lo loco, no.
Pero si hacer cosas distintas y nuevas para no ser meros espectadores y ser más protagonistas, nada menos que de nuestra propia vida.
Os adjunto el vídeo "¿Te atreves a soñar?" que explica muy bien esto de la zona de confort, en la que realmente no es tan confortable... ¿o si es confortable?
Jorge Arizcun
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