domingo, 30 de octubre de 2022

¡No!

 

    Acompañamiento para Gestión del Cambio    














NO




Esta reflexión fue escrita en un momento de autoafirmación y aunque reivindica los límites que tenemos derecho a poner y el no tener que aguantar juicios, críticas o consejos no solicitados de nadie, tiene cierta carga emocional y de juicio hacia esas personas que nos critican, juzgan, reprochan o aconsejan desde “sus verdades”

Reproduzco el texto literalmente, tal y como lo escribí esperando que sepáis quitarle esa carga emocional y quedaros sólo con el mensaje de autoafirmación:

No.

Yo no soy quien tiene que aguantar  la crítica, el juicio, el reproche y los consejos que me indiquen cómo debo pensar y cómo debo actuar.

No.

Yo no tengo por qué explicar ni justificar nada. No tengo que permitir que las opiniones de otras personas me hagan dudar, me atemoricen, me condicionen.

No.

Yo no tengo que renegar de mis aciertos ni de mis errores. Son míos y conforman quién soy hoy. Ninguna opinión puede ni va a hacer que yo dude de mí. 

No.

Eso no va a suceder. Porque ante todo me debo respeto, mucho antes que reclamar el respeto de otras personas. Yo estoy antes. Lo siento. Nadie, salvo yo mismo, tiene ni idea de cómo se ve el mundo desde mi posición y de lo que eso me hace sentir.

Nadie puede saber lo que a mí me afecta, los porqués de las decisiones que han ido conformando mi camino. No hay migas para desandarlos y encontrar a esa persona que un día fui y que ya no soy.

Todo es demasiado complejo. La simpleza de un comentario, de una opinión o de los consejos sobre cómo debes hacer o pensar, la tremenda simpleza de un juicio basado en los condicionantes y en las distorsiones de otros u otras, no pueden ni van a hacerme mirar el mundo con los ojos de otra persona. Su graduación no es la misma.

No.

No voy a planteármelo siquiera. Porque aunque quisiera no puedo. Nadie puede. Tan solo es posible vivir la vida propia y esa tarea que ocupa todo el tiempo vital es la que a cada cual le toca. Es la suya.

Mi vida es mía. Mi historia es legítima. Tanto como lo es la de cada uno de los demás. Yo no he venido aquí a opinar sobre otros, ni a juzgar ni a sentenciar. Bastante tengo con lo mío.

Puedo apoyarme en otras personas. Puedo tener en cuenta lo que me dicen, sus opiniones. Y también puedo obviarlas, rechazarlas, ignorarlas.

No.

No voy a lamentarme por nada. Voy a dar por bueno lo vivido y lo decidido.

Voy a aceptarme sin tener en cuenta nada más.


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