martes, 24 de agosto de 2021

Incertidumbre Cierta

    Acompañamiento para Gestión del Cambio    
  
                    

INCERTIDUMBRE CIERTA




La incertidumbre es inherente a la vida. 

Es una emoción que refleja el miedo al futuro, que es impredecible e incierto. 

Es lo contrario a la certeza, a la certidumbre.

Nos pasamos la vida prediciendo el futuro, pensando en el porvenir e imaginando lo que va a pasar, con todo lujo de detalles, o no. 

Si te paras a pensar por un momento, los pensamientos de futuro muchas veces no son visualizaciones en detalle, más bien son representaciones más abstractas, carentes de precisión, una mezcla de pensamientos inconstantes, imágenes, sonidos... 

Otras, sí son recreaciones precisas. Esas en mi opinión, pueden ser muy beneficiosas, si tienen que ver con objetivos, o bastante menos e incluso perjudiciales, si tienen que ver con miedos.

El futuro es el tiempo que está por llegar, pero que aún no ha llegado.

Pero tú estás, o pretendes estar permanentemente ahí. 

Vale, pero no existe más que en tu cabeza... Y te produce emociones y sensaciones. 

A veces puede condicionar mucho tu vida y lo hace.

La incertidumbre genera preocupación. 

Es un tipo de ocupación virtual. 

Porque no puedes ocuparte de lo que no existe, o de lo que sólo imaginas.

Las cosas ocurren ahora y desconectarse del futuro es algo muy bueno.

No digo desconectarse de las metas, de las intenciones. Porque esas están en el presente.

¿Cómo frenar los pensamientos, las emociones y las sensaciones que nos provoca la incertidumbre

La forma más sencilla es estar en el presente. 

Sé que el tiempo y la percepción del mismo son relativos. Pero hay algo claro, el futuro es eso, futuro. Porvenir, por venir, que no ha venido aún, adonde todavía no has llegado.

No puede experimentarse ahora. 

Puedes pensar en él, puedes especular mentalmente con cómo va a ser. 

Todo eso son pensamientos y construcciones mentales imaginarias.

Lo cierto es que ese despliegue de imaginación y toda la energía que consumen los pensamientos, las emociones, las sensaciones derivadas... es mucha energía normalmente desperdiciada.

Si empleas esa energía en vivir tu presente, en sujetarte a él para que los pensamientos no te lleven hacia adelante (ni hacia atrás...) te ahorrarás mucho sufrimiento y preocupación inútiles.

Como dice Jeff Foster "Los problemas son solo pensamientos. Y los pensamientos no son ningún problema"

Las visiones de futuro que tienen que ver con los objetivos, las metas, son las visualizaciones. 

Visualizar en tu mente, con el máximo lujo de detalles, el futuro que quieres, que deseas.

Las visualizaciones se trabajan. Son un ejercicio para conectar con ese sueño, ese deseo, ese objetivo.

Es voluntario. Y Consciente.

La preocupación es inconsciente. 

Tu cerebro te presenta un futuro que te preocupa, provocando en ti sensaciones y respuestas corporales equivalentes a si te estuvieras ocupando ya en ese momento futuro. 

Pero te estás ocupando antes de tiempo. Ni siquiera eso. 

Padeces las respuestas fisiológicas. Te sientes mal... Y no ha ocurrido nada. 

Nada más que lo que ocurre ahora.

La mente inventa, recrea, imagina. Y tira de material almacenado. Vivencias y respuestas del pasado. 

Incluso de otros, de algo que escuchaste, o viste, o leíste, pero que no viviste directamente.

Son las respuestas automáticas que se disparan antes de tiempo. 

La vida es siempre incertidumbre, en mayor o menor grado. Que todos los días amanezcas con vida no garantiza que mañana lo vayas a hacer... Las probabilidades apuntan a que sí, pero son eso, probabilidades. Posibilidades probables. 

Un cierto grado de adelanto a los acontecimientos no es malo. Pero ¿tienen que ser los negativos?, ¿por qué no especular o adelantarse también a la posibilidad buena, a lo que te parecería mejor?

Visualizar esa posibilidad positiva como algo presente, como si ya lo estuvieses viviendo.

Estoy seguro que la emoción no sería el miedo. Más bien sería alegría, tranquilidad, calma, seguridad. 

No es difícil, sólo tienes que enfocarte en eso que quieres lograr, visualizarlo. 

Irte con la mente allí. 

Sentirlo.

Igual que sientes la preocupación cuando te vas a un futuro temido.        

Te invito a practicar la visualización. Como cuando decides soñar algo que te gusta cuando te vas a dormir. 

Luego sueñas lo que sea, pero al comienzo, cuando tienes aún el control... da gusto recrearse en lo que se quiere conseguir.

No por pensar algo va a suceder. Ni bueno ni malo. 

Pero si crea una predisposición, un estado previo que te prepara para eso que imaginas. 

Desde un estado de temor o de tranquilidad, las cosas se ven con ópticas muy distintas. 

Solo es cierta la incertidumbre. La absoluta falta de seguridad sobre lo que va a pasar. 

Entonces ¿para qué preocuparte? 

Puedes creer que lo seguro es lo mejor, lo más cómodo, pero es una quimera.

No hay nada seguro, porque no hay nada inmutable, no hay nada que no cambie. 

La emoción de la incertidumbre, incluso de lo que pueda pasar en el minuto, o en el segundo siguiente, es emocionante si es consciente. 

Y si es inconsciente, puede ser muy inquietante y dar mucho miedo. Es simplemente miedo al cambio. 

Preocuparse es un freno. Realmente no puedes ocuparte antes de tiempo. Por tanto, todo lo asociado a la preocupación te lleva a la paralización. 

Lo que tienes en tu mente es información. 

Lo que haces con ella es acción. 

Pero no se puede hacer nada al preocuparte. Sólo generarte malestar.
Mejor actúa, ocúpate, pero cuando llegue el momento, que casi con toda seguridad no será cómo lo pensaste.

Trabaja ahora para encaminarte hacia tus sueños. 

Puedes ocuparte AHORA de crear tu futuro, de trabajar para lograr tu sueño. 

Sigue siendo incierto, claro está, pero te sientes mucho mejor ¿no crees? 


Jorge Arizcun
Diciembre 2021





Sígueme en twitter: @jarizcun

lunes, 26 de julio de 2021

Sótanos

 


    Acompañamiento para Gestión del Cambio 




Cuando las emociones te secuestran y se disparan los automatismos que no has logrado inactivar, tras años de trabajo personal, te das cuenta de lo difícil que resulta la desinstalación de esos mecanismos de respuesta automáticos.

Y tomas conciencia de que el trabajo no puedes hacerlo sin ayuda.

Si las respuestas reactivas te provocan problemas y daños, no te queda otra que redoblar esfuerzos, vivir con conciencia, con atención y alerta, sin dejar de buscar, hasta encontrar la manera de desinstalar esos automatismos.

En tu subconsciente se encuentran los armarios y los sótanos en los que están esos traumas, disparadores emocionales y respuestas reactivas. Entrar ahí, en esa zona mental más oscura, da miedo.

Por eso es mejor no hacerlo sola, solo. El trabajo personal hay que hacerlo individualmente, está claro, pero mejor con alguien que nos acompañe, un amigo, un profesional, la pareja, un familiar...
 
Y aquí vas a encontrarte con una barrera: el miedo a mostrarte, a parecer vulnerable, débil, a no dar la imagen que quieres dar de persona sin problemas, sin traumas, con todo bajo control. 

Esa barrera que todos y todas tenemos es una trampa al solitario que te haces. A corto plazo puede ser que te funcione. A medio y largo plazo te perjudica y mucho. Porque te hace mirar hacia afuera y valida la parálisis que produce el miedo, impidiendo que comiences siquiera a bajar el primer escalón al sótano.

Cada persona vive su vida como puede y sabe, cada cual de forma distinta. Y normalmente las cosas las siente así, tal cual salen sin avisar, sin espacio aparente para trabajarlas.
 
Sólo tú puedes saber lo que tienes ahí dentro, lo que has vivido, pensado, el contenido de esa mochila que llevas siempre a cuestas, llena de miedos, de traumas... Esa mochila no es más que tu sótano y en su oscuridad sólo cada persona sabe lo que hay. Y a veces ni eso. Sabe lo que pesa, pero no lo que contiene.

Descubrirlo es la tarea, atreverse a bajar a ese sótano o asomarse al interior de esa mochila llena de recovecos, de bolsillos ocultos. 

Los miedos a la oscuridad se combaten con luz. Para bajar al sótano necesitas luz y calma, Igual para asomarte al interior de tu cargada mochila. Deja que la luz penetre en esos oscuros recovecos. La tuya propia y la de quien te acompañe, que a veces es más potente que la tuya, debilitada y poco eficaz en esos lugares oscuros. 

Esa poca luz produce sombras alargadas y distorsionadas que te asustan como si fueran algo más que sombras. Necesitas la máxima luz posible para ver con claridad lo que hay ahí. Seguro que te asustará menos y más seguro aún, te sentirás mucho mejor identificando todo aquello que está ahora oculto y que explica esas emociones que surgen y que pueden secuestrarte, disparando las reacciones automáticas.
 
No hay peligro ahí, Solo recuerdos. 

Pero has de ir con paso firme y con determinación. 

Quien te acompañe debe a su vez saber que debe respetar totalmente tu vivencia, el contenido de tu mochila, de tus recovecos, de tu sótano, con empatía, sin juicio y sin tratar de protagonizar nada en la historia de la que el papel protagonista lo tienes exclusivamente tú. Es tu vida, es tu mente, son tus miedos.

Nadie puede arrogarse el derecho de ni siquiera opinar, porque jamás va a poder cargar con tu mochila, ni saber lo que pesa. Sólo puede ayudarte a aligerarla, no directamente sino iluminando y sosteniéndote cuando el miedo te haga dudar o tambalearte, animándote a seguir cuando te paralice. 

Estando ahí contigo, sin más. Con respeto, con compasión, sin opinar, sin juzgar...

Eso es hacer las cosas con amor y es lo que debes exigir a quien elijas para acompañarte en ese viaje a tu interior.
 
Parece poco, sólo amor, pero no es fácil, ni para ti, ni para quien vaya a acompañarte. Pero el amor es una potente fuerza, la más potente y con ella puedes ir a cualquier parte y poder con todo.

Por tanto: "que la fuerza te acompañe" y la luz te ilumine el camino haciendo desaparecer las sombras, que son ilusiones que te asustan.

Con luz, tu sótano verás que parece otra cosa.