Trick or Treat Consultoría y Coaching
Yo quise ser farero. Sí, tal cual.
Entonces, tenía ventipocos años, me seducía mucho la idea.
Siempre me gustaron los faros, enigmáticas construcciones en lugares privilegiados, aisladas y silenciosas.
Con su farero, que vivía en el propio faro y que imaginaba como un centinela velando por la seguridad de los barcos, con una vida muy diferente a la del resto de mortales... Bueno, la idea que más o menos podemos hacernos todos, con ese punto romántico, de personas abnegadas, al servicio de los demás, con todo el tiempo del mundo y con una responsabilidad grande en su puesto, viviendo en un lugar al alcance de muy pocos por su ubicación.
En el anuncio de la oposición, que por cierto fue de las últimas convocatorias, antes de la desaparición del oficio por la automatización y la tecnología, decía: "Últimas Plazas de Técnico en Señales Marítimas", aunque recuerdo que aparecía la palabra farero, que no sé por qué, asimilo un poco a la de "sereno" Sólo los de mi generación y anteriores estarán familiarizados con este oficio: Personas que se encargaban de vigilar las calles, regular la iluminación en horario nocturno y que llevaban las llaves de los portales y abrían por la noche. Se les llamaba a la voz de ¡Serenoooo! y acudían a abrir.
Será porque ambos oficios ya no existen y también porque era un servicio a los demás muy valioso, realizado por personas también valiosas y abnegadas.
Farero..., cuando se lo dije a mi pareja de entonces, no le gustó nada la idea y me dijo que me fuera yo, si acaso, a vivir al faro. A mi bola. En un lugar privilegiado, en primera línea junto al mar, pero solo.
No era la soledad, que me fascinaba y atemorizaba por igual. Era una atracción por un tipo de vida y de trabajo tan diferente, pudiendo vivir en un lugar al alcance de muy pocos y con una responsabilidad grande: dar luz en la oscuridad, cuidando que esa luz estuviese garantizada, manteniendo en perfecto estado de funcionamiento el faro, para que cada noche cumplirse su función de guía y referencia a los marinos, otra de las profesiones que me atraía por entonces.
Ahora creo que veo cual era mi vocación: Ayudar.
Siempre lo he hecho, a veces dejando de hacerlo conmigo mismo.
En esta etapa que ahora vivo y tras haberse roto en mil pedazos mi vida anterior, la normal, la segura, tras haber perdido yo las referencias y mis faros, tras pasar un tiempo navegando a ciegas, he ido descubriendo que mi faro, el que me ilumina y puede iluminar a los demás, está en mi interior.
La luz y la guía está ahí, dentro de mi, en mi ser más profundo.
En un lugar de difícil acceso, con magníficas vistas a la inmensidad y la belleza.
Donde hay calma.
Y en el que uno no se siente solo, porque ahí es donde sabe y siente que está conectado con todo.
Soñaba con ser farero. Y ahora sé que lo soy, que la luz está ahí, que es mi alma, que he de cuidar el faro, que es mi cuerpo y que esa luz me ilumina a mi y a los demás.
¡Ah! Y también soy sereno, el que vigila, cuida de la iluminación de las calles y tiene las llaves para abrir esos portales de noche, el mío y el de otros...
Viejos oficios, profesiones antiguas. O no...
Siguen existiendo porque son necesarias para ayudar a encontrar la ruta y abrir las puertas de entrada a nuestro interior.
Jorge Arizcun
Noviembre 2016
Me gusta la tarea de sumergirte en tus propias profundidades. El hecho de ser y sacar a la luz lo q brillas. Todos somos brillantes. Descubrir tu alma y ser proactivo. Pero para mi hay alguien que trasciende q da luz.
ResponderEliminarY existen almas luminosas q estan en nuestra vida.
Gracias por el comentario Esther. Efectivamente, todos somos brillantes. Y debemos cuidar nuestro faro para iluminarnos el camino y el de los que lo recorren a nuestro lado, que sumarán su propia luz a la propia.
ResponderEliminarMagnifico simil.
ResponderEliminarNi el mas potente faro es visible bajo un sol brillante. Hay que entrar en la oscuridad para ver cuan magnifica es su luz.
El darse cuenta de que esa luz sale del interior, aumenta su fuerza, pero darse cuenta de que la luz no solo es para uno mismo, si no que es de respnsabilidad el iluminar el camino de otros, la santifica.
Vivimos en un mundo en el que creemos que cuando todo mi entorno mejore, yo mejoraré. Nada mas lejos de la verdad.
Cuando yo mejore, todo mejorara a mi alrededor.
Proyecta tu luz para pisar firme y que los demas vean el camino.
Exacto Javier. Es la luz interior la luz más potente. Y la que nos iluminará el camino y el de los que transiten a nuestro lado, que sumarán su luz a la nuestra.
EliminarY es cierto. Mejoremos y mejorará nuestra realidad. Creamos y crearemos. Cuidemos nuestro faro para que ilumine bien y sea una guía.
Muchas gracias por tu comentario y por iluminarnos